Iba caminando pegado al muro donde el mar batía fuertemente sus olas, el agua salada me salpicaba la cara, y el sol me hacía sentirla reseca.
No quería parar de caminar, necesitaba alejarme rápidamente de ese lugar maloliente donde, por desgracia, me había tocado vivir.
Era un pueblo pequeño, pesquero lleno de gatos gordos que diariamente engullían los desperdicios que los pescadores tiraban en el puerto. Yo odiaba a los gatos y estos se multiplicaban al lado de mi casa como una plaga incontrolable.
¡Si hubiese aprovechado aquella oportunidad!, fue la única vez en mi vida que había estado ilusionado por algo que no oliera a bacalao o sangre de caballa.
Era el mejor estudiante de mi clase, todos mis profesores se enorgullecían y me proclamaban ejemplo a seguir, pero la beca, creo que mi padre no sabía ni lo que significaba esa palabra, se pasaba el día rodeado de anzuelos, y pesando las capturas para ver si podríamos comer al día siguiente, ¿cómo iba a saber que una beca era la oportunidad de salir de ese su mundo?, si para él la prioridad era que le ayudara cada día a cargar más y más cajas.
No supe convencerlo, no supe escaparme, no realicé mis sueños, y aquí me tienen enfundado con un delantal de plástico, lleno de escamas, con la cara acartonada, y convencido de haber tirado mi vida por la borda...
Mañana tengo que darle de comer a mis hijos con la captura del día, no podré sentarme a ver el horizonte, ni podré seguir mirando atrás, a lo que pudo haber sido y no fue.
Texto: Inma Vinuesa
Narración: La Voz Silenciosa
Texto: Inma Vinuesa
Narración: La Voz Silenciosa
La rueda que no para por nadie: hemos de saber cuándo, cómo y dónde pararla. Y, luego, lograrlo.
ResponderEliminarEl "ahora es demasiado tarde" resuena en mi cabez después de leer tu relato.
Creo que el tema da para más cuento.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
Qué duro es renegar de los sueños cuando la oportunidad ha estado en las manos. También creo que este relato alienta a extenderse.
ResponderEliminarTenía ganas de extenderme mucho más, pero no quería pasarme.
ResponderEliminarOs confieso que me retuve mucho, me venían muchas ideas a la cabeza...
Gracias a las dos
Nunca sabremos si su oportunidad hubiera sido quedarse calvo bajo las luces de tubo de una oficina bancaria y con los ojos quemados por el ordenador y el punteo de números y el olor que hubiera respirado sería el del aire aondicionado oliendo a no mantenerlo correctamente.
ResponderEliminarEn el pueblo verá el mar, el sol y el aire arrugará su cara. Y tendrá libertad y menos prisa.
Buen texto, Inma. Rica descripción llena de matices que nos llenan de colores y olores; luego... la incomprensión, la decepción, la elección acertada de la que depende el resto de tu vida o el momento que maldices para siempre.
ResponderEliminarMe gustó mucho
Un abrazo.
La cuestión no es de qué vida te ha tocado vivir sino las que desechaste por miedo, por indecisión, por comodidad. Esa vida es la que te mata por dentro a poco que seas capaz de sincerarte contigo mismo.
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