Han pasado muchos veranos desde aquel que fue nuestro. Exactamente 25. El aroma de tu piel se ha despegado de mi nariz y los matices de tu voz se pierden al evocarlos después de tanto tiempo.
Aquel verano marcó el resto de mi vida, cambió el rumbo de mis pasos, precipitó acontecimientos, cambió realidades.
No quise buscarte. No quise decírtelo. Nuestros mundos eran muy diferentes. No podías darme nada mejor de lo que ya me habías dado, era mejor así.
El azar ha querido ponernos frente a frente de nuevo.
Un día más en mi trabajo, un cliente más, te pedí la tarjeta y el DNI, tu nombre y apellidos se estrellaron sobre mi presente, a tu lado, una mujer de más o menos mi edad y una joven muy parecida a ti, esperaban comentando la calidad de los objetos de la tienda.
Tú hija tiene los ojos de su hermano Miguel: tus ojos.
Después de firmar el justificante de pago, has dejado descansar tu mirada sobre mí un largo instante:
-¿Nos conocemos? Has balbuceado dubitativo.
-No lo creo. Te he dicho sonriendo.
Texto: Yolanda Nava Miguélez
Narración: La Voz Silenciosa
Muy bueno ese reencuentro, tantos veranos después. Los ojos no engañan, aunque la mirada a veces sí lo haga.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Los dos sabían que se conocían desde el primer instante. Los dos también sabían que no querían nuevos compromisos, pero si ansiaban nuevos estímulos. El lector quería ese reencuentro.
ResponderEliminarFelicidades para por tu micro veraniego
Cuando él levantó sus ojos y se encontró con los de ella, estoy seguro que sintió el mismo estallido que ella cuando leyó los datos del DNI.
ResponderEliminarUn encuentro imprevisto, el azar y sus juegos que nos dejan cara a cara con cada cosa…
ResponderEliminarQue buen texto, me trae a la memoria otros encuentros.
Buenísimo, Yolanda. Yo no estoy tan segura de que él la recuerde.
ResponderEliminarMuy bueno, bien vale la pena que la vida nos presente esos recuerdos, aunque hoy no sean lo que fue.
ResponderEliminarAbrazos totales.
Siempre nos están persiguiendo los fantasmas del pasado hasta que se hacen reales de nuevo. Buen texto
ResponderEliminarLo sé, los fantasmas aparecen, claro que sí. Y todo aquello que el tiempo fue pintando de gris vuelve a tener color.
ResponderEliminarNo sé si él la habrá reconocido, pero ella, ¿cómo no iba a reconocerlo?, si lo tiene presente cada día en los ojos de Miguel, el fruto de un amor de verano...
Hermoso relato, Yolanda.
Un abrazo!
El reencuentro, un pasado que se acaricia para reencontrarnos con nosotros mismos, nuestros deseos o nuestros miedos, como si fuéramos almas penitentes con alguna cuenta pendiente. En definitiva un texto que transmite y nos sensibiliza, ¿a quién no? Enhorabuena.
ResponderEliminarEs muy hermoso ese reencuentro que por inesperado e inolvidado tiene aún mucho más atractivo.
ResponderEliminarY qué discretos los protagonistas, fcuando alguna vez me ha ocurrido algo similar me he puesto a dr mil explicaciones y a dar saltos de alegría.
Hay muchas maneras de expresarse, cada uno la suya.
Un abrazo Á.