Se trataba de una labor de naturaleza brumosa. En el barrio no faltaban los comentarios, voces que iban y venían, que se sumaban para diagnosticar que aquel joven era un caso perdido. Y es que, a quién se le ocurría pensar que trazar líneas sobre la nada era una ocupación… Igual, todas las tardes sin falta salía al patio de su casa, una estancia que había elegido entre otras tantas porque le quedaba a la mano, y también, por cierta lejanía que las paredes fabricaban con el cielo. Se sentaba en el medio, y luego de un breve estiramiento principiaba su labor para no parar hasta entrada la noche, cuando, acaso para comprobar que seguía allí, alzaba la mirada. Luego se entregaba una vez más… En ocasiones seguía durante toda la noche, dejando que el movimiento de su mano se acompasara a l! as inusuales precipitaciones nocturnas.
Se entretenía mirando el movimiento de su mano surcando sobre la superficie, fugándose en su aliento hasta fundirse con lo demás… Embebido en su labor, pensaba que aquel hilo aéreo que pretendía seguir, era el mismo que le suministraba fuerza a
su mano así como le proporcionaba a la mosca lo necesario para vuelo. Intuía que aquel hilo, inmanente a todo movimiento y a toda quietud, era parte de un horizonte desbordado en donde los rostros morían y el fuego que aviva los ojos permanecía como un pulso recóndito e interminable. Y mientras pensaba esto su mano se movía trazando líneas tan ligeras…, silencios que se desvanecían, para agruparse más allá, en aquella estancia donde algún día llegaría; solo entonces dejaría el patio de su casa. Por el momento, simplemente le quedaba continuar trazando líneas sobre la nada.Texto: Marian Alefes Silva
Narración: La Voz Silenciosa
Narración: La Voz Silenciosa
Tras un tiempo de ausencia por estos lares, leo y me sigue gustando lo que se publica.
ResponderEliminarSaludos.
Y a leer.
A escribir.
Me ha gustado el relato, aunque me queda un poco confuso; entiendo que es una forma de autismo o similar. Tiene algo dulce y tierno que lo hace atractivo.
ResponderEliminarBesos, siempre.
Otro rostro de la soledad, ella que tiene inagotables caras. Triste personaje que escribe en el aire palabras que nadie ve, que nadie lee.
ResponderEliminarDeja en mi, este relato, un halo de tristeza.
Soledad por las cuatro esquinas es lo que me inspira tu relato, Marian. Si era tu pretensión, enhorabuena!!
ResponderEliminarSupongo que a muchos de nosotros nos asalta esa idea de trzar y trazar, y luego...seguir trazando y así esquivamos otras cosas.
ResponderEliminarTerrible historia de soledad y obsesión.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho
Es una bella manera de describir la locura, o tal vez la bella manera de explicar la realidad distinta, peculiar, de una persona.
ResponderEliminarSaludos,
Ya de por sí, el título evoca muchas cosas.
ResponderEliminarFELICIDADES
Muchas gracias por sus comentarios… Para mí es un placer poder participar en La Esfera Cultural.
ResponderEliminarAunque es dolororo me ha gustado la delicadeza y la ternura que pones para tratar tema tan espinoso.
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