25 diciembre, 2011

Cenizas

A día de hoy, 25 años después de la tragedia, el viejo mastín familiar continúa aullando incluso tras su muerte. Como cada año, mi abuela aguarda bajo la sombra del pino negro, de polvo y amargo dolor, mientras con la boca seca sueña con una botella de anís. Antaño, recuerda, el ansia del dulce licor prometía risas y canciones. Ahora esa fantasía es solo un escape al dolor, un modo de ahogarlo.

Todavía es joven, quise decirle. Pero ella se niega a creerlo, sorda, aferrada a su mueca marchita y al disfraz negro, obligándose a envejecer.
Mientras nieva bloqueando la puerta, maldice el día que nació Jesucristo. Nunca fue creyente, y odiaba sobre todas las cosas renegar de quien no creía. Reservando el cava para celebrar la crucifixión sagrada, se le torcía el rostro en una sonrisa apática y amarga. En esos momentos deseaba creer de verdad, para así regodearse con con la satisfacción de la venganza.
Si cristo no hubiese nacido, nada de eso habría pasado. Asiento y niego sabiendo que ya no habrá remedio.
Y con la sombra del árbol chamuscado sobre su cabeza blanca, espera, espera y espera por una muerte que no sabe que hace tiempo que se ha marchado.

Texto: Euphorbias Espinosa
Más relatos de Navidad aquí

9 comentarios:

  1. MMMMMMMMMMM,(reflexiono)
    cariños.

    ResponderEliminar
  2. No lo entiendo. ¿Culpabiliza a Jesús por la tragedia?. Tragedia que ocurrió por unas copas de anís mal bebidas, en reunión familiar o camino de ella? Interpreto que perdió a seres queridos que se acercaban a celebrar la navidad y tuvieron un accidente. Está en la condición humana, buscar responsables cuando no los hay. O qué se yo.

    ResponderEliminar
  3. amargo microrrelato sobre como tendemos a culpabilizar a las circunstancias de nuestras degracias.
    Es como si en un suceso real que conozco, en donde dos hermanos gemelos murieron con 18 años en un accidente tráfico cuando venían de celebrar su cumpleaños, sus padres eharan la culpa de sus muerte a la la costumbre de celebrar los cumpleaños. En mi opinión está bien escrito con una salvedad, ese mastín que sigue aullando 25 años después me parece excesivamente longevo. Un perro solo puede vivir como máximo 20 años.

    ResponderEliminar
  4. Muy duro pero muy real. Hay quienes se quedan encastillados en sus dolores, siempre culpando a otro porque la realidad es tan terrible que hay que encontrar un culpable.
    Algunas de las imágenes que empleas son potentísimas.

    ResponderEliminar
  5. No es una Navidad distinta, es la Navidad de mucha gente por desgracia...sin embargo está muy bien logrado ese ambiente de amargura y dolor que perdura en el tiempo.
    Felicidades

    ResponderEliminar
  6. Hoy debo estar muy espesa por que no logro encontrar el fondo de los textos que estoy leyendo. Se ve que hay resentimiento en estas letras pero de qué.

    ResponderEliminar
  7. bueno, yo creo que el relato es más sencillo de lo que estais pensando. el perro continúa aullando incluso tras su muerte (la del perro).
    a la señora que ansía anis con la BOCA SECA BAJO EL ARBOL NEGRO no se le ha muerto nadie, salvo ella misma.
    se obliga a envejecer por que no lo sabe, y maldice el nacimiento de cristo por que de no celebrar la navidad, nunca se había quemado bajo ese arbol.

    ResponderEliminar
  8. Caramba, Anónimo (supongo que eres Euphorbias Espinosa), con tu explicación se me caen los palos del sombrajo.
    Se ve que no entendí nada y ahora veo que lo que querías transmitir es aún más críptico de lo que parecía. Al menos para mí.
    Una apreciación mía, por favor, no te lo tomes a mal pero, ¿no sería más fácil llamar a cada cosa por su nombre? Creo que la narrativa está para contar historias, no para que tengamos que hacer cábalas para entender qué se nos quiere contar. Para eso está la poesía, y no necesariamente.
    Pero, insisto, es solo mi humilde opinión, dejando por sentado que respeto por completo las decisiones estilísticas de cada autor.

    ResponderEliminar

Gracias por contribuir con tus comentarios y tu punto de vista.

Los componentes de La Esfera te saludan y esperan verte a menudo por aquí.

Ésta es tu casa.