Es sábado por la mañana:
mañana de cristal opaco, casi negro,
mañana que quisiera atravesar
con un punzón de luz,
llegado de muy lejos, tras el mar.
Es sábado por la mañana:
una mañana anémica cubierta de mentiras,
mañana como lámpara
vestida en el prejuicio del silencio,
ciega como pared sin ojos.
Se aleja la palabra, me siento agotado;
cuando algo desde dentro abre mis dedos
y rozan el teclado,
no nacen melodías,
del piano brota ruido estéril,
cacofonías, ecos, oropeles,
inútil brillantez que no me alumbra,
deslumbramiento que enceguece.
Me gustaría, como antaño,
escribir la sonrisa de un ocaso,
un himno invencible y marmóreo:
ese labio tan rojo, su fuego de esperanza,
que grita libertad rompiendo las cadenas.
Quisiera destrozar con algún verso
las mentiras que en público nos venden
usando el monocorde tabaleo
de aquella codorniz cansada
y tantas veces abatida.
Gritan con viejas voces de truhanes
que en su maceta crecen flores,
pero ya a nadie engañan,
su verdad es mentira artificial,
su verdad es veneno que asesina,
su verdad es un canto funerario.
Es sábado por la mañana,
una mañana negra,
y quiero que mi verso sea punzón de luz
que rompa el cristal negro y sus mentiras.
Texto: Amando Carabias
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