Es una novela corta de Félix Amador Gálvez que engancha desde la
primera página. Un escalofrío recorre las venas de Aurelio Salazar, que está
frente a una pared donde llevan tandas de fusilamientos y él se
convertirá en un cuerpo más que se desploma. Espera de pie con las
extremidades atadas, amordazado y la cabeza metida en una bolsa; sus
pensamientos y sueños son volátiles: Los recuerdos son como los hilos del aire, van y vienen mecidos por la matemática del viento.
Los soldados han hecho un alto para fumar y contar chistes pero si me
adentrase más en la trama destriparía bastante y no pretendo eso, así
que me resignaré a recomendarlo encarecidamente porque es uno de esos
libros que merecen la pena, que son capaces de ponerte los pelos
de punta y humedecerte los ojos. Apasiona y engulles sus letras sin pausa,
sin querer llegar al final a sabiendas de que no habrá más y con ganas
de terminarlo para conocer toda la historia.
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