08 agosto, 2020

Santa Jacinta

 Llegó el día grande y una multitud se llegó a las puertas del castillo con los aperos de labranza en las manos gritando: ¡Gonzalbo! ¡ocupa tú el lugar del cerdo, Gonzalbo!
—Mi señor, reconsideradlo, el pueblo sufre y pasa hambre.
—Decidme, ¿alimenta en algo a nuestro pueblo apalear un cerdo para después arrojarlo por un risco en honor a nuestra santísima patrona?
—Sin duda no, mi señor, pero el alma también necesita de alimento.
—Me servís bien, mi buen Lorien, como a mi padre antes que a mí. Bajaré ahora. Abrid las puertas.
Con las manos juntas en el regazo bajó el conde Gonzalbo las escaleras de piedra y salió del castillo para hablar a sus gentes:
—He rezado toda la noche por vosotros y el señor me ha iluminado con su eterna sabiduría. He de restablecer y por ello restablezco el rito del apaleamiento. – La muchedumbre gritó alabanzas – Pero hay una condición: si el cerdo llega vivo al risco, yo mismo os serviré de comer de él en un banquete que inauguraré esta misma noche en honor a nuestra justa y santa, Santa Jacinta, y a cuya mesa podrá sentarse quien así lo deseare, vecino de esta nuestra solemne villa. – la gente calló y se miró perpleja. Después alguien dijo:
—Y ¿qué pasa si el cerdo no llega vivo al risco?
—Entonces todos los cerdos serán sacrificados hoy para mayor gloria de Santa Jacinta, pues así lo quiere Dios nuestro señor.
Los manifestantes se disolvieron en un murmullo que fue apagándose con la distancia.
—Mi señor, el pueblo le espera.
—Así es, Lorien. Mi cuchillo.

 

Texto: Jose Francisco Artigas

7 comentarios:

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  2. Cerdos no sólo son los que chillan, también lo son quienes disfrutan de verlos chillar

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  3. A fuer de ser sincero, no he conocido a nadie que disfrute sinceramente con el sufrimiento ajeno, al menos al nivel que sugieres, que es el del disfrute por una muerte ajena muy dolorosa :)

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. La desgracia del mundo de hoy, es que hay demasiados Don Gonzalbo. Un placer leerte. Saludos

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  6. Los caballeros de antaño tomaban buena nota de lo que en nombre de Santa Jacinta sentenciaban.

    Saludos.

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