No hay mirada más allá del pan, las ensaladas, los deliciosos crustáceos, las inventadas recetas multicolores, el pavo, el cordero.
Me abstraigo de la conversación, mis manos se abalanzan para llenar el plato. Me incorporo, extiendo el brazo, mi cuerpo se elonga hasta alcanzar el último de los manjares descritos. Y me hablan y yo ignoro, absorto de lo que me rodea, devorando y embuchando, me atiborro, me empapo, me lleno, me sacio, vomito y continúo.
Imparable ansia que me desborda, incesante sonido masticando placeres, inevitable tentación que desmiembra la cordura.
Rebosado de lengua, de sabores penetrantes, gusto insaciable que envuelve mi existencia hasta terminar recostado sobre mis propios jugos, chorreando saliva, dormido de indigestión. Ignorando los ojos extraños que salen de sus órbitas, incrédulos, asqueados, desvaídos, indignados por la congoja, olvidados... Engullidos.
Esta gula incita a picotear, gustar, saborear, relamer, masticar, rumiar, oler, extasiarse, atiborrarse, regodearse, recordar y repetir una y mil veces tus textos.
ResponderEliminarEste, en concreto, toda una delicatessen
¡increible forma de narrar Inma! He vivido intensamente esa espiral de gula incontrolada y desasosegante y me he sentido también de la mano del relato (a pesar de las exquisiteces descritas) entre asqueada, angustiada y finalmente engullida.Fantástico.
ResponderEliminarLeer este texto después de haber cenado mi cotidiana manzana es una injusticia que no sé si te perdonaré, Inma. Lo intentaré, vale. :).
ResponderEliminarLa verdad es que descrito con esta morosidad, con este ritmo in crescendo, provoca la sensación de estar empachado, ahíto, a punto del vómito.
Magnífica pintura de algo que en estos días se repite en exceso.
No sé si te están vengando de cada uno de nosotros y nos estás mandando un mensaje subliminal...
ResponderEliminarAcertado texto.
Es una forma muy real de narrar un problema mas habitual del que nos creemos, me ha parecido muy bueno
ResponderEliminarCreo que es la confesión del pecado que llevo cometiendo estas Navidades. No paro de comer, pura gula.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestras palabras. Últimamente estoy muy liada y no me puedo pasar todo lo que deseo por esta magnífica esfera, siempre es una recompensa teneros cerca.
No te disculpes por no haber pasado mucho por la Esfera. Ya veo porqué. Estabas documentándote a pie de mesa para traernos esta delicia de texto. Tiene un par de momentos que me han hecho retorcerme en la silla. Lo de "...inevitable tentación que desmiembra la cordura." es una cabriola de escritora top. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Miguel Angel, eso de escritora top lo dices por mi metro cincuenta verdad?
ResponderEliminarVaya, ¿y cómo seré ahora capaz de terminar con la caja de bombones...? Qué manera, Inma, de describir al fantasma de la gula rondando en estas fechas. Para describir situaciones inquietante, eres el As. Besos
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