Ahora el cabello se deslizaba libre, ahora sus dedos señalarían las fotografías y podría y escoger una u otra..., los guantes de tela colgaban en una de las puntas del cabecero labrado igual que un ramito pequeño de rosas blancas, perfumadas..., De modo que, tratar de imaginarse eso, no era imposible, bastaría con observar aquellos mitones tan blancos como los noreuropeos, si, realmente bastaría eso.
Se habría hundido la cabeza de la señora en el gran almohadón; habrían luces fuera, quizás de los farolillos, si, ellos, brillaban, y su luz entraba en la habitación y ahora los mitones parecieran miríadas de golondrinas blancas, aleteando,con sus luces en copos hasta las puntas de ellos...,
Soñar, soñar..., eso debió hacer. La luz cálida envolviendo su cuerpo sería una colcha delicada, suave..., y las fotografías, si, las fotografías, ahí, en sus sueños..., algunas tan cerca, algunas, tan lejos...,
Texto: +Maria Estevez
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