25 junio, 2020

El otro sol

El sol dolía allá en lo alto. Podría decir que a mis veinte y pocos años soportaba bien las elevadas temperaturas que los implacables rayos del sol nos regalaban en esa época del año, pero llevaba horas de trabajo agachado, mirando al suelo, viendo avanzar lentamente la labor. El surco que dejaba el arado levantaba una nube de polvo que me envolvía. Las gotas de sudor atravesaban la capa terrosa adherida a mi piel. Era duro el trabajo del campo; no obstante, se compensaba con la esperanza del jornal al final de semana y la satisfacción de ver crecer el fruto de la cosecha.

Había pasado el tiempo. Hoy, este pensamiento me asaltó con pesar por un instante mientras me acomodaba en la toalla mirando al mar, protegido del sol por la sombrilla y la crema solar.

Texto: Javier Velasco Eguizábal

4 comentarios:

  1. Ese otro sol quizá vino a recordar lo bien que se está en la arena de la playa disfrutando.

    Me gusta la historia de los soles. Curiosa comparación

    Un abrazo,!

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    1. El contraste entre las dos maneras de mirar al sol me hace pensar en los diferentes modos vida que llevan los que tienen mucho y los que no. "Según el color del cristal con que se mira..."
      Gracias por tu comentario, María Gladys.

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  2. Me encantó. Muy bien narrado, transportandote primero a lo duro que es la agricultura y luego ese descanso fugaz en la playa. Gracias. Abrazos

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    1. Te agradezco el comentario, Nuria. Muy amable. Un abrazo.

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