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Aunque habitualmente empiezo a contar las baldosas que piso, nunca termino, siempre me pierdo en mis pensamientos y uno de los más habituales es aquel en el puedo tener una aventura amorosa con los diez hombres que elija de los que me encuentre a mi paso hasta el final de la calle. Lo malo es que a veces me pongo retos complicados y lo hago en calles muy cortas y me tengo que acostar con tíos despreciables, pues no encuentro género suficiente para elegir. Otro reto es elegir mi modelo de coche entre los que se encuentran aparcados junto a la cera por la que camino, poniéndomelo difícil en barrios marginales y en calles pequeñas y termino con un coche de mierda destartalado.
Pero hay un juego que me asalta y viola constantemente mis pensamientos y al que no quiero jugar. Aunque me niego y miro hacia otro lado, mi yo no controlable juega sin autorización, aventurándose a juguetear y elegir como acabar mis últimos días entre el conjunto de desfavorecidos que me encuentro en mis paseos por la ciudad. Y dudo entre los indigentes con pantalones meados y cagados, entre los yonquies esqueléticos que deambulan como almas malgastadas hacia el purgatorio, entre alcohólicos rotos que duermen junto a un tetravit con billete hacia la expiración, que esquivo enérgicamente en mi particular partida de ajedrez. Pero también quedan aquellos a los que se les marchó la cabeza y dejaron en este mundo un bulto de carne y huesos que posiblemente en otro tiempo fue objeto de deseo sexual y ahora produce asco, o a los creativos de historias que pretenden sacarte unos euros con sus mentiras lastimeras en tu camino. Es un juego complicado. Jugar no es siempre divertido.
Texto: Francisco Concepción Alvarez
Jugar es un verbo extraño que en el adulto pierde inocencia y gana ansiedad
ResponderEliminarA mi me gusta decidir quiénes de los que me cruzo por la calle son asesinos en potencia y quiénes lleva una doble vida.
ResponderEliminarDa para mucho, jamás te aburres. Pero no sé si se puede equiparar a caminar sin rozar las juntas de las baldosas.