15 junio, 2009

Andamana, la reina mala

Las risas, el murmullo y los gritos se extendían por toda la grada. La gente iba de acá para allá, saludándose y abrazándose. Los más jóvenes saltaban y hasta bailaban, agitando ramas en sus manos, siguiendo el ritmo de chácaras y tambores, mientras sonaban las caracolas, y los guayres y fayacanes golpeaban sus baras en el suelo.
El tufo a higos y manteca de cerdo con gofio se mezclaba con el fuerte olor a tabaco, que salía de las cachimbas de los más viejos e incluso de los más jóvenes, escondidos entre el gentío para no ser recriminados. De vez en cuando, se veían pasar a manadas de muchachos de un mismo bando, que cruzaban miradas amenazantes con otros, que sentados se reían y burlaban de ellos. Cada bando solía sentarse en un sitio distinto, arropado en torno a sus machos, que eran los mas fuertes y bravucones. Los líderes de la manada, casi siempre, se hallaban de pie haciendo aspavientos y gestos amenazantes a los machos de otros bandos, a los que les recordaban sus victorias en la brega o proferían desafíos.
El sol del mediodía iluminaba la Bombonera, el Gran Tagoror que se extendía cerca del barranco, por donde iban subiendo una hilera de gentes de todo tipo y de todos los lugares de las islas. Sus ropajes delataban su origen y condición social. Los nobles barbudos iban entrando en el recinto, mientras los plebeyos trasquilados merodeaban por los alrededores. Estaban adornados con plumas y collares y llevaban las caras pintadas. Las bellas muchachas parecían revolotear de un lado para otro, chismorreando al ver pasar a los hieráticos achimenceyes.

8 comentarios:

  1. Gracias Marcos, es un privilegio seguir al hilo tu novela.

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  2. Gracias a ti Dacmar. En realidad aquí pongo trocitos sueltos que no tienen continuidad,si estas interseada en verla completa está en mi blog

    tintaentrepapeles.blogspot.com

    un abrazo

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  3. Confiésalo, Marcos: tu has hecho un viaje en el tiempo.
    Bromas aparte, me encanta seguir la pista de este relato

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  4. Gracias Ana, me alegro que teguste.
    Ya me gustaría tener una de esas máquinas del tiempo y preguntar: ¿A dónde cuándo vamos?

    Un abrazo.

    PD: ¿A dónde cuándo irías tú? Ana

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  5. Definitivamente, al futuro muy futuro, en algún planeta lejano habitado.
    Si me preguntas por el pasado, me encantaría ira la Edad Media, a algún tiempo a caballo entre la alta y la baja edad media. Pero me echa para atrás lo poco que se lavaba esa gente así que creo que le haría una visita a la reina Haptchepsut en Egipto.

    Y tú, Marcos, ¿dónde cuándo irías?

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  6. Ultimamente, pienso en que me gustaría descubrir el mundo de los hombres de púpuras, que perdidos en la costa africana se adentraron en el Sahel por sus grandes ríos entrando en contacto con sorprendentes pueblos, muy distintos a los que ahora habitan esos lugares.

    Lo de la Edad Media me atrae pero el lo de Egipto me da un poco de alergia, por aquello de la leche de burra, a no ser que sea leche de soja.

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  7. No había oído hablar de esos hombres púpuras. ¿De qué época son?
    Suena bien eso de adentrarse en África río arriba.

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  8. Son los fenicios, que con muscha probabilidad estuvieron por aquí, se cree incluso que en el Corte Inglés.

    Un abrazo

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