14 junio, 2009

Tragedia


La anciana del espejo le sostuvo la mirada. La descolorida figura brotaba incoherente de la penumbra del camerino. Se quitó la peluca rubia exponiendo la redecilla que contenía su pelo ya cano. Dio una calada al John Player’s Special y lo apagó coronando la montaña de colillas del cenicero. Tomó otro trago de champagne intentando arrastrar el sinsabor de su garganta. Las recientes ovaciones resonaban en el silencio de la estancia evocando su gran actuación. El teatro se había rendido ante el último fulgor de una estrella. Lluvia de flores en el entierro de su carrera.
El algodón fue arrastrando el velo del maquillaje, dejando al descubierto la impronta que el tiempo había dejado en su rostro. Se observó de perfil. La cima altiva de su mentón había devenido en una ladera blanda. Arrastró la magia que cubría un ojo, luego el otro, desaturando su expresión hacia el neutro. Aquella mirada ya no era el amor de Julieta, ni la locura de Estella, ni la candidez de Inés. El borrón que dejó el carmín se mofaba de ella en una mueca grotesca. La curva ranura entre surcos convergentes nunca más sería el heraldo de Lope ni la voz de Miller. Olvidó en qué punto del camino quedaron los labios de fuego y miel, y los galanes que ardieron presos de sus suspiros. Apuró el champagne, brindando a la salud de las fotos de glorias pasadas que orlaban el rostro amargo del presente.
Fue lo suyo por el teatro más que amor locura, y ahora, repudiada por su amante, invocó a una Ofelia marchita arrojándose a las frías aguas de la inconsciencia. Recostada en el diván, sus ojos se cerraron y se abrieron sus dedos derramando el frasco vacío de esencia de sueños artificiales. Fin de la última escena del último acto. Caiga –para siempre- el telón.

Texto: Ingrid Guiote

Ilustración: JuCamerino de Juan Carlos García Marrero

7 comentarios:

  1. Bienvenida, Ingrid.
    Estupendo texto.
    Es terrible haber sido y no ser más, que el brillo se vuelva mate.
    Otra más que se desatornilla, ¿no?

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  2. Me encanta el texto y la ilustración, además parecen hermanos gemelos. Me llamó la atención que no hubiese una lágrima, un gesto triste o un suspiro de angustia de la protagonista, como si también, ahora, estuviese actuando.

    Un abrazo

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  3. Muchas gracias!!! Me ha encantado la ilustración. Ana, muchas gracias, de verdad, estas cosicas dan medias vueltas a los tornillos.
    Es cierto, Marcos, no hay lágrimas. Tal vez sea porque son gotitas de alma que se escapan. Cuando lo has perdido todo, sólo queda seca determinación.
    Bueno, o que en realidad no se me ocurrió, jajajaja!

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  4. Cuando se llega al punto de no retorno no hay lágrimas, menos aún si se corre el riesgo de diluir el campagne con ellas.
    Incluso esa escena final debe ser perfecta.

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  5. Muchacha-burbuja-de-lata:

    copado, nena...copado!

    Cada vez más me resultas más

    versatil...

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  6. Ingrid: te posaste en La Esfera, trayendo polen. Éste nos aporta una escena que bien podría ser la última secuencia de una historia, vida, novela ó película. También un punto y aparte y el inicio de una historia, una vida, novela ó película.

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  7. He conocido este blog gracias a ti, y por eso que al menos te debo unos comentarios en tus textos. Has conseguido que el relato se haga escena ante mis ojos, eres unica con la descripción. La imagen que acompaña, genial.

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