El calor era infernal. Sudaba a mares. Tenía la garganta reseca. Apenas sí podía respirar. Desesperado, se despojó de toda la ropa y corrió fuera de la casa, hacia el frondoso jardín, buscando con ansias el vivificante frescor del agua.
Ya se lanzaba de cabeza a la piscina cuando despertó.
No tuvo siquiera tiempo de espantarse.
El pavoroso incendio desatado en el dormitorio por la colilla del último cigarrillo que había consumido, devoró su cuerpo con inusual presteza.
Ya se lanzaba de cabeza a la piscina cuando despertó.
No tuvo siquiera tiempo de espantarse.
El pavoroso incendio desatado en el dormitorio por la colilla del último cigarrillo que había consumido, devoró su cuerpo con inusual presteza.
Texto: carlos enrique cabrera
Buen texto Carlos. También, el lector se sorprende al final, desprevenido, mientras nada por las frescas formas del texto.
ResponderEliminarSaludos
Marcos Alonso
me encantó el microrelato
ResponderEliminarMe ha impresionado. Bien escrito, bien llevado.
ResponderEliminarYa se sabe, lo bueno, si breve..