14 diciembre, 2009

Memorias

No sabría explicar como ocurrió todo, ni tan siquiera en que preciso momento sucedió, tampoco recuerdo cómo era ese extraño lugar. El tiempo no nos deja ver más allá de su sombra y es posible que, ya, haya transcurrido demasiado desde entonces. Pero esa idea me da vueltas y vueltas sin parar, y no puedo concentrarme en otra cosa. Antes, al menos, era capaz de distinguir las sombras, de las nubes grises, de la oscuridad de la noche; el frío del calor, pero ya...., ya no. Los silencios me asustan, es como un túnel largo y oscuro del que pueden surgir los extraños seres, que caminan vacilantes, como si estuvieran a punto de desvanecerse, pero en realidad nos acechan, lo sé. Hay que estar atento, nunca puedes cerrar los ojos, si lo haces te atacan despiadadamente, a la vez que gritan enfurecidos: “¡agüelo, agüelooo!”.
Si al menos pudiese recordar…

5 comentarios:

  1. Un texto muy bello, marca estilo.
    Saludos,

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  2. Me ha emocionado.
    Gracias, Marcos

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  3. Agüelo, Agüelo¡¡ Que buen final. Cada día creces más literariamente hablando.
    Felicidades Marcos.

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  4. Gracias Dácil, Ana, FranCo. Creo que no lo escribí yo. Empecé a escribir sin saber lo que quería contar y por el camino me encontré con ese mundo en el que están atrapados muchos de nuestros mayores.¿Qué estarán pensando?¿Qué sentirán?. Ponerse en la piel del otro para comprender, para recordar por ellos.

    Abrazos

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  5. Marcos Alonso, te felicito por meterte en la piel de los mayores que pierden, poco a poco, el sentido de la realidad y de las percepciones que nos rodean...

    Me ha parecido impresionante!

    Un saludo y un gracias!

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