Corrió veloz hacia su dueño al oír la puerta del despacho. Jadeaba de placer, sabedor que le tocaba, una vez más, ser el primero en oír su nuevo discurso. Quería parecerse a su amo, a ese ídolo de masas que comunicaba y seducía; y era optimista, pues sabía de esas leyendas urbanas de humanos que contaban símiles entre perros y sus dueños. Símiles que se fraguaban en la convivencia, en el contacto diario, en el mimetismo que este contacto conllevaba. Por ello, él siempre estaba merodeando los pasos de su amo. “Yes, we can”, volvió a ladrar el perro, al tiempo que movía la cola, dando así el visto bueno al discurso. Y tras finalizar su trabajo dormía plácido y autorrealizado, aunque algunas veces, en sus inevitables pesadillas caninas, su amo aparecía como un chucho de mala calaña.
¡Yes, we can! Yes, we can buena gente. Que la calaña está muy repetida.
ResponderEliminarQué es lo que pasa por la cabeza de un perro cuando ve a su amo?
ResponderEliminarQué sueñan cuando gruñen y sacuden patas y cabeza dormidos?
Ahora tengo parte de las respuestas.
Muy bueno.
Gracias Ana J.... no sé si te valdrá, pero para mí es algo fácil, soy bastante perro, chucho, diría...jejej.
ResponderEliminarSiempre han dicho que los amos se parecen a sus perros, ¿o es a la inversa?
ResponderEliminarPero este perro a lo mejor lo dice en portugués, ¿no?
Canario... aunque las entrañas y las banderas para mí no esten muy ligadas, por no decir nada... Este perro es chucho del mundo... ¿Portugal?, le encantaría, estoy seguro, Lisbo, Oporto, El Algarbe...
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