25 enero, 2010

Encina

Un icono de labios te sorprenden
en la tarde caída y ahora roto
el día, se abre a la sombra de lo ignoto.
Aves nocturnas que comprenden

la inmensa soltería de la belleza
que en la noche va talando, hura a hura,
olor de tomillo, poderosa arquitectura
del girasol dormido en la pereza.

Día largo que crispa a la lechuza,
reticente lucha de cuchillo
que cercena el silente de la luna.

Vieja encina astral, sin caperuza,
bórdame delicias de ganchillo
en el llanto primero de mi cuna.



2 comentarios:

  1. Cuánta musicalidad en este poema de factura clásica.
    Recuperas un lenguaje que no debe perderse, imágenes exquisitas (...girasol dormido en la pereza...).
    Me gusta.

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  2. Me apunto también al gusto por este bello poema.

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