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Había sido una mujer hermosa, de aquellas en las que encontrarse las envidiosas miradas: su talle esbelto, su andar pausado y elegante, el brillo devuelto por la tersura de su piel, la seguridad en su rumbo…
Alguna vez amó hasta quedarse vacía, amó hasta el punto de verse reflejada en el otro, de cerrar los ojos para no dejar escapar ni un hálito de tanto sentimiento en cualquier mirada frugal… amó tanto hasta encarcelarse en su devoción
y una vez llegado ese punto culminante en el que se ama y se desea desmedidamente por igual, desaparecer de nuevo, oculta en la cobardía de no estar dispuesta a resignarse a envejecer y verse envejecida.
y una vez llegado ese punto culminante en el que se ama y se desea desmedidamente por igual, desaparecer de nuevo, oculta en la cobardía de no estar dispuesta a resignarse a envejecer y verse envejecida.
Desde hacía un tiempo le observaba de incógnito, a unos metros de distancia. Le había descubierto entre cartones una mañana de invierno en la que destapó su dormida cara y salió corriendo, para no enfrentarse una vez más a la realidad con la que su olvido había despojado, hasta de su propia estima, a aquel mendigo de cariño.
Ahora, intenta llegar cada mañana justo antes de que los pasos del gentío rompan el momentáneo sosiego de su sueño y verle así despertar a lo lejos, para poder compartir con él desde su envejecida cobardía, el regalo de aquel primer rayo de sol, que antaño encalideció tantos apasionados amaneceres …y le abraza fuertemente en su recuerdo, y le repite en su mente “no tengas miedo amor mío, siempre estaré a tu lado”…
Ahora, intenta llegar cada mañana justo antes de que los pasos del gentío rompan el momentáneo sosiego de su sueño y verle así despertar a lo lejos, para poder compartir con él desde su envejecida cobardía, el regalo de aquel primer rayo de sol, que antaño encalideció tantos apasionados amaneceres …y le abraza fuertemente en su recuerdo, y le repite en su mente “no tengas miedo amor mío, siempre estaré a tu lado”…
Al leer los primeros párrafos, no pude evitar recordar "La tieta" de J.M. Serrat.
ResponderEliminarDespués, esa referencia a la pasión que aún no se ha apagado, me traslada a otro lugar.
Pasión y compasión. Recuerdos y algo cercano al voyeurismo sentimental.
Hay imágenes (la anciana? celando el despertar del mendigo) que no se pueden olvidar fácilmente.
Me ha conmovido.
Precioso texto, casi poético, en el que vas desnudando al personaje a fuego lento hasta descubrir su alma "amó hasta quedarse vacía".
ResponderEliminarSencillamente precioso.
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