Nunca antes había escrito sobre mí en este blog, no lo había considerado necesario, ni siquiera para opinar sobre algún hecho o alguna cuestión, no es esa la función que dio luz a este blog, y que aspira a reflejar el pulso artístico y literario actual.
Permítanme, sólo hoy, pues puede ser la última vez que escriba, que me desfogue, ahora que me siento triste y amargado; y siento decirlo, creo que también lo estarán ustedes cuando terminen de leer este artículo, al menos aquellos que les gustan escribir y/o sueña con ser escritores algún día.
Nos gusta ser aceptados, por eso vestimos a la moda; vamos a la peluquería (en mi caso es un decir) para que nos hagan peinados que desafían las más elementales leyes de la gravedad; aprendemos chistes, incluso los ensayamos en casa, para luego, entre los amigos, resultar graciosos y simpáticos; o nos empapamos en documentales televisivos, Internet o libros sobre diversos temas, desde el futbol hasta la influencia de los caracoles polinesios en el desarrollo artístico del Renacimiento y sus consecuencias en el modelo turístico alternativo.
A los que nos gusta escribir, los escribidores, como diría mi amigo Amando Carabias, o a los que ya son escritores con-sagrados o con-sangrados, también, queremos gustar a los lectores. Queremos que nos lean y nos aplaudan, lo necesitamos, es lo que da sentido a lo que hacemos, lo que nos mueve y da fuerzas.
Pero cuando el arte se vuelve ciencia, o peor aún, negocio, caemos en las manos más deshumanizadas del Liberalismo económico y las leyes del mercado, allí donde concurren la oferta y la demanda, en nuestro caso escritores y lectores. Si yo fuese el único escritor, por muy mal que escribiese, sería el más famoso y todos me leerían. La realidad no nos quiere sonreír, cada día son más los que quieren escribir para los menos que quieren leer. La suerte de los árboles es nuestra desgracia, se prevé que disminuya la publicación de libros, mientras que los soportes informáticos se extienden como un virus con inmunodeficiencia adquirida, con ellos también todos nos convertimos en autores cibernéticos en busca de lectores. Sin duda somos muchos: lo aceptamos y mantenemos nuestras esperanzas. Sin embargo, hoy me he derrumbado tras leer un artículo que me ha llamado la atención: “Un millón de chinos se ganan la vida escribiendo en Internet”. Ya lo he decidido, volveré a mi anterior afición, la jardinería tiene la ventaja de que les puedes contar mil cosas a las plantas sin la menor queja por su parte, además, siempre podrás contar con ellas, siempre estarán ahí, contigo.
Joder Marcos,
ResponderEliminarme preocupaste cuando al inicio del post dices "me siento triste y amargado y puede que sea la última vez que escriba"
Pero si tu no escribes para el mercado chino. Ni siquieras escribes ni lees en mandarín, ni has visitado china, ni conoces su cultura... tranquilo
Tu mercado es el Canarión, el Francés y el anglosajón. Esos si son mercados vírgenes.
Un consejo, deja el mercado "chicha" para nosotros.
Jajajaja...
ResponderEliminarComo siempre, Marcos, tu sentido del humor me sorprende.
Me ha pasado lo que al anterior comentarista, cuando lo he leído, me he pensado, bueno me he pensado cualquier cosa.
¿Qué tiene Marcos, he pensado? Si cuando ha hecho su comentario, no parecía muy deprimido. ¿Qué ha ocurrido en estas horas? ¿Qué verdad repugnante ha encontrado en este tiempo?
En serio, y por alusiones, si para los escribidores fuera más importante el aplauso o la palmada que el hecho físico de la escritura, yo hace tiempo que sólo leería y pasearía (hablo de aficiones confesables, claro).
Y no es por llevarte la contraria, al menos gracias al internet tenemos lectores impensables hace unos años, y muchos de ellos colegas.
Si vuelves a la jardinería, y dejas la escritura, yo me convierto en planta, y así no dejaré de escucharte.
ResponderEliminarPero prefiero que sigas escribiendo, eres un artista.
Inma
No te fíes, FranCo, que los orientales empiezan bailando flamenco y terminan siendo los mayores toreros y los mejores pelotaris. Yo mandarín no pero no veas como se me da el chino caRtonés piedra.
ResponderEliminarSí, Amando,lo sé, tienes razón. En realidad me hizo gracia la noticia y la quise comentar en clave de humor,intentando cogerlos desprevenidos. No soy de los que piensan que lo nuevo es sinónimo de malo, no necesariamente. Ciértamente hay muchos tópicos al respecto. Los avances técnicos transforman nuestras vidas, costumbres haciéndonos replantear muchas de nuestras firmes ideas. Desde luego han mejorado las formas de relacionarnos y hemos descubierto el mundo. Por ejemplo: yo, a veces, chateo con una amiga paralítica, que vive en una zona andina. Antes, suele decir, no tenía apenas amigos, sin embargo, ahora conoce a gente de Corea del Sur, España, EE.UU o Brasil. Lo mismo nos ocurre a nosotros con las redes sociales,una suerte para los que leen y/o escriben.
ResponderEliminarGracias Inma, ya ves que sólo bromeaba. No, no dejaré de escribir, por lo menos hasta que un día no me divierta hacerlo. Y tú tampoco te convertirás en mi planta, me preocuparía, siempre termíno ahogándolas de tanto regarlas. No, tú seguirás siendo una flor de melocotón en almibar, o al menos eso me lo pareció a mí cuando te escuché recitar en la radio.
ResponderEliminarGenial, Marcos!!!
ResponderEliminarNo me lo tragué pero estuve a puntito. Fue necesario que me parara a pensar: vamos a ver, ¿quién es Marcos? ¿Qué es lo que busca en esto de escribir? ¿Miles de millones de billones de chinos escribiendo en internet?
¡Por favor! Si eso sólo sería un estímulo más para ti!!!!!
Me ha parecido un texto magnífico, bien llevado, CREÍBLE... Al fin y al cabo, eso es lo que tiene que hacer un escritor: que sus lectores se traguen lo que quiera que les presente delante de los ojos.
De los textos que lees y te planteas, ¿por qué no se me habrá ocurrido a mí?
Uff, ya veo que no hay forma de engañarte. Oye, pero lo del millón de chinos es verdad ( ya se que con tanta trola ya no me creen). Gracias de verdad por tu comentario. Es una motivación no sólo para escribir sino incluso para aprender el chino mandarín.
ResponderEliminarTodavía no me atrevo a opinar sobre vosotros, pero tengo dos cosas claras, bueno alguna más, pero es pronto: una que Marcos es un tipo muy divertido e irónico, que Ana J. tiene una imaginación desbordante y que sin FranCo esto no sería lo mismo. Os iré descifrando poco a poco, que es materia apasionante.
ResponderEliminarPor cierto, ¿qué no es verdad de los chinos? ¿Alguien puede probar algo? No? Pues eso.
Besos a los siete, no se me vaya a enfadar ninguno.
Como habreis apreciado, no sé ni en que blog escribo, así que añado besos para los demás componentes de La Esfera.
ResponderEliminar(Es lo que tiene escribir como un chino, para ganarse la vida, ja,ja)
Gracias Isolda por la parte que me toca y, también, por parte de mis compañeros, si realmente son geniales. A mi ya me pasa igual, a veces me hago un lío con los comentarios y los distintos blogs, claro en mi caso debe ser la edad.
ResponderEliminarPor cierto, que parece que le tengo manía a los pobres chinos, nada más lejos de la verdad. Qué son majísimos.
Un abrazo
Qué cuento chino es este, joer. Menos mal que llegué la última: anda, anda, que ya te queda menos para el 7 plumas.
ResponderEliminarDácil, que lo que digo va muy en serio, pero como ya veo que aún no te das cuenta de lo que son capaces de hacer los chinos, te mando el siguiente enlace para que te eches a temblar.
ResponderEliminarhttp://www.angelfire.com/ak2/intelligencerreport/drummer.html