21 noviembre, 2010

Ayer asistí a un recital único.

No se prodigan los conciertos de piano a cuatro manos y tuve la suerte de disfrutar de uno en directo.

Ana Delia García y Frank Temoche interpretaron Valses de amor, de Brahms, a cuatro manos y con gran virtuosismo.

El efecto sinfónico que se consigue con solo un piano es una experiencia rara, el ambiente que se creó anoche, sublime.

La inmensa coordinación que exige tocar como una sola persona, la ejecución de uno puesta al servicio del otro, es algo que solo en contadas ocasiones puede verse. Cierto que la interpretación musical así lo exige, ¿qué sería, si no, de una orquesta, si uno solo de sus componentes fuera a su aire? Pero el tocar a cuatro manos va un paso más allá. Es fundir dos intérpretes en uno, acomodar no solo el ritmo sino la concepción de la obra, la resolución de problemas, es pensar y actuar como una sola persona.

Esta mañana me he levantado con ellos en la cabeza y, como un cortocircuito, nuestra experiencia en 7 Plumas ha surgido, potente: un esfuerzo de coordinación y respeto hacia el trabajo del otro que va dando sus frutos y que, día a día, deberemos perfeccionar.

Quiero desde aquí dar las gracias a Ana Delia García, que fue invitada en La Esfera, radio, donde nos ofreció una entrevista singular, esta maravillosa experiencia, que confío poder repetir y compartir con cuantos de los que nos leen sea posible. Estaremos a la espera de nuevas actuaciones.

Y a Frank Temoche, el cincuenta por ciento de este espléndido dúo.

Y debo pedir disculpas por la mala calidad de la fotografía, tomada en un impulso y sin los medios técnicos necesarios.

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