-No veo nada –dijo la voz-. Ya no puedo ver nada.
Y el silencio se extendió sobre nosotros del mismo modo que aquel extraño virus se había propagado por la Tierra y nos había convertido en ciegos.
El planeta azul ahora era negro. La era de los hombres había tocado a su fin.
¿Y nosotros?, ¿qué sería de nosotros? Nos fuimos dispersando despacio, tropezando tristemente con los objetos.
Texto: Luisa Hurtado González
El microrelato trajo a mi memoria la novela de Saramago, Ensayo sobre la ceguera; de la cual también hicieron una película llamada Ceguera. Sólo decir que el hombre, ciego de necedad, tal vez necesite dicho virus para empezar a ver la verdad. Mis saludos.
ResponderEliminarIsolda, me lo has quitado de los dedos, pero a mí también me lo ha recordado... Lo malo es que probablemente estamos más cerca de la ceguera que nunca..., aunque los ojos no padezcan.
ResponderEliminarNo hay ceguera más terrible que la ausencia de luz, y a ella nos encaminamos.
Perdón, no me fije, me guié por el color azul...
ResponderEliminarLo siento, Norma, obviamente lo has escrito tú.
Mil disculpas
Apocalipsis inminente, negrura total. Buen micro.
ResponderEliminarEl virus de la ceguera, que cada vez se hace más y más fuerte. Menos mal que existen la lectura, los amigos, la familia, la música, la pintura,... esa es la medicina que nos recuerda quienes somos, de dónde venimos y qué hacemos aquí. Buen micro Luisa.
ResponderEliminarCierto, nos vamos quedando ciegos, ciegos de cariño, de compasión, de amistad, de ayuda. Una pena. Muy buen micro. Un abrazo.
ResponderEliminar