15 diciembre, 2010

Retrato de sí mismo



Al día siguiente apenas recordaba la noche anterior. La habitación apestaba a resaca y un vómito se retorcía en la alfombra como si tuviese vida propia. No era difícil imaginar lo que allí había sucedido pero era incapaz de reconocer el lugar. Todo estaba cubierto con mantas y había un pequeño baúl barnizado en la esquina del salón. Encima de la mesa una cajetilla de tabaco. Un vibrador rosa dominaba aquella fracción de espacio. Volvió la cabeza y allí estaba ella. La desconocida. La amante perfecta.
Le gustaría saber su nombre o dónde trabajaba pero solo era un sentimiento pasajero.
Siguió deambulando por la casa. Cuando ya se había alejado de la habitación empezó a sentirse vacío. Abrió la puerta que tenía enfrente y de pronto se sintió egoísta. Un espejo colgaba de lo alto de la pared. No tuvo más remedio que mirarse y se encontró.
Aquella era su casa.
Y aquella su mujer.


Texto: Iria López Fernández

11 comentarios:

  1. ¿Nos conocemos? ¿Conocemos al que tenemos al lado? ¿Una resaca es capaz de descubrirnos qué queremos y quiénes somos?

    Para mí este texto tiene dos interpretaciones (seguro que tiene muchas más). Una, que realmente esté en su casa y con su mujer. Dos, que esté en otra casa -incluso en un prostíbulo- y halla encontrado dónde y con quién quiere estar.

    Saludos

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  2. Anabel, ¿un prostíbulo necesariamente? Igual puede ser la casa de la vecina

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  3. Supongo que podría estar en casi cualquier sitio y ella puedría ser cualquiera.. Lo que más me gusta de escribir son los comentarios. Muchas veces descubres de tu propio texto visiones inéditas que los demás aportan y en ese momento te das cuenta de que estás delante de un cuento diferente a pesar de haberlo escrito tú.
    Un saludo. Iria L.

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  4. Ya he dicho que puede tener muchas interpretaciones, tantas como lectores, así que imagina cuántas...

    Para mí puede ser un prostíbulo -no me digas cómo ni por qué, pero mi mente me ha trasladado allí por lo del cristal en el techo... ya ves-, pero cabe la casa de la vecina o la de tu profesora de matemáticas.

    Como más te guste, ¿no, Iria?

    Tienes razón, Iria, se disfruta mucho con los comentarios: asombran y se aprende mucho de ellos.

    Un placer compartir contigo,

    Anabel

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  5. Es verdad que esta historia, admite muchas interpretaciones.

    A mi me parece terrible, (y no soy en absoluto puritana), despertarte y no reconocer, ni tu casa, ni a tu mujer, ni a ti mismo. Me parece triste, tener que mirarte en un espejo para reconocerte.

    Buen relato, que hace pensar.

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  6. Me has gustado mucho este relato Iria, y tu comentario es verdad, muchas veces tienes que esperar la opinón de los demás para descubir el misterio de tu propia obra. Mi opinión en este caso es más metefísica, el protagonista reconoce su propia realidad al mirarse al espejo, descubre su propio yo. Pero reitero me ha gustado mucho, en pocas palabras explicas mucho.

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  7. Estamos de acuerdo. Y es la grandeza de los microrrelatos (o de los relatos muy, muy abiertos) los lectores somos quienes completamos el texto y situamos la 'acción' proppuesta por el autor/autora dentro de nuestra propia imaginación.
    Y sí, en más de una ocasión son los lectores quienes descubren el misterio que encierran las palabras.

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  8. Eso parece, estamos todos de acuerdo entonces. La verdad es que soy nueva en esto de los blogs y lo cierto es que lo creé porque quería que la gente me leyera y valorara lo que escribo y eso me ayuda mucho a evolucionar a la hora de escribir. Con casi nadie he compartido todo esto, así que para mi es muy especial que gente como vosotros decida invertir un ratito de su tiempo en leer y comentar...Lo dicho! Graciñas por compartir esto conmigo.
    Un abrazo fuerte. Iria L.

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  9. Un texto que sugiere, más que explica. Me quedo con la imagen y esa atmosfera cargada de ese pasado inmediato, con eso es suficiente, como si fuera un cuadro, una poema. Muy bueno, Iria.

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  10. Muchas gracias, Marcos.

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  11. Bueno resacón, buena historia.
    Un abrazo

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