Un hombre tan distinguido, tan profesional en lo suyo y siempre del brazo de su madre. De lejos se intuye un mimo tal vez demasiado afectuoso en el trato familiar. Me saludó cortés al cruzarnos y continuó su charla acompasada al paso más lento de la anciana. Felizmente instalado en un Edipo no resuelto, se me ocurrió pensar.
–Antonio renació de sus propias ganas –me contó un día su compañera de trabajo–, del esfuerzo por superarlo todo desde que de niño se quedó a la vez huérfano y parcialmente sordo en el mismo accidente doméstico que le arrebató a sus padres. Lo educó como a un hijo la pareja de amigos íntimos sin descendencia con la que vivió después. El marido murió hace años. Luego él se casó con ella.
Si algunas veces nos calláramos, incluso los pensamientos, estaríamos más guapos.
ResponderEliminarQuizá haya más de un caso como el de Antonio.
Amando, casos como el de Antonio hay a millones. Esto te lo puede decir seguro Ángeles, pues apuesto que su texto está novelando la realidad.
ResponderEliminarMe gustan estos tipos de microrelatos. Comida literaria rápida, que sacian tu hambre de lectura en una época en la que el tiempo escasea. Literatura concentrada que detona tus reflexiones. Y que te producen buena digestión.
Las apariencias a veces engañan, al contrario que los sentimientos. ¡Bien por Antonio!
ResponderEliminarque bueno ,es para reflexionar,corto,pero dice mucho,para entender tu relato,felicitaciones
ResponderEliminarcariños floria
Extraña situación, pero la vida está llena de ellas.
ResponderEliminarMuy interesante.
Saludos.
Esta historia, bien podría dar para una novela y tú lo has condensado en 30 segundos. El resto: cada uno puede ponerlo. Todo depende de nuestras creencias, vivencias, experiencias,... Aquí, con 5 comentarios solo, se ha visto una muestra. Bien por lo corto y bien por "despertar sensibilidades". Y todo en 30 segundos. Un abrazo Ángeles.
ResponderEliminarGracias a todos. Es como la vida misma, ¿quién se atreve a imponer normas? ¿Quién decide lo que vale y lo que no? ¿Quién elige lo que ha de ser su objeto de amor? Nada está escrito, hay que escribirlo.
ResponderEliminarBesos
Yo me quedo pensando que el complejo de Edipo no está muy lejos. ¡Qué suerte que la pareja no le adoptó! Pero ocurre, sí, conocía el caso de un hombre de la edad de mi padre, cada uno creía que quería a la hija y se casó con la madre.
ResponderEliminarEnhorabuena, Ángeles.
Que bonito relato tocaya y que bien vas desvelando poquito a poquito los intríngulis
ResponderEliminarhasta el desenlace final.
Edipo o no Edipo, están juntos y bien y : si dicen que dizan, no fuéndolo.
Feliz año y un abrazo Á.
Qué micro tan bueno, me gustó mucho.
ResponderEliminarUn saludo. Iria L.
Una historia veri-literaria, con ese toque angelesjimenez que la hace tan divertida y curiosa.
ResponderEliminarBs