Ese aprendizaje le sirvió toda la vida, o casi toda, porque un sábado después de ver el mismo telediario infecto, se tuvo que apoyar en la pared. A los noventa años dejó de saberlo todo, ya no recordaba ni su nombre, ni su edad, ni su sexo, ni dónde estaba la puerta, ni cómo se cogía un teléfono, ni cómo podía quitarse el pañal, o lo más difícil: cómo debía poner los pies para caminar.
Texto: Maria Paz Ruiz
Algunos sabemos lo que supone el desaprendizaje. Buen texto y real como la vida misma.
ResponderEliminarBesos, esos no se desaprenden nunca.
¡Hola! No me da miedo nada ni siquiera la muerte, pero si reflexiono sobre esto y me asusta mucho, el no saber quien soy ni donde poner los pies para caminar... ¡Y es casi el plato del día!
ResponderEliminarUna muy interesante entrada. Un Saludo muy cordial.
Volver a ser niño resulta cruel, sobre todo porque los demás no se ríen de la misma manera cuando los reconvertidos bebés cometen alguna torpeza. Buen texto Mari Paz.
ResponderEliminarLo peor no es cuando lo has olvidado todo, lo peor es cuando empiezas a darte cuenta de que estás "desaprendiendo", y que terminarás por no saber ni tu nombre.
ResponderEliminarBuen texto, felicidades.
Sobrecogedor Mari Paz. No puedo decir más. Es una tragedia para el que se da cuenta de la pérdida de la conciencia y lo es también, y mucho, para los que le rodean y poco a poco ven apagar la llama de la lucidez en su ser querido.
ResponderEliminarQué duro!
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con todos.¿Parece extraño? Creo que todos habéis reflexionado sobre uno de los posibles lados de esta enfermedad...
ResponderEliminarAl menos el protagonista de este texto de Mary Paz llegó a los 90 años...
El problema es cuando se empieza a desaprender a los cuarenta.
ResponderEliminarCuando el niño no sabe caminar, ni tiene consciencia de su edad, ni su sexo y se mea el pañalito, es gracioso. Cuando lo hace un cuerpo usado y arrugado, que no huele a juventud. Sobra.
¿Decir que es cruel, soluciona algo? Ya sabemos la respuesta.
FranCo, acabas de dar en el clavo, ¿Por qué nos resulta tan dulce dar de comer a nuestro bebé, bañarlo, cambiarle el pañal, atenderlo?, en cambio,¿Por qué para hacer lo mismo a nuestros mayores, contratamos a una extraña?.
ResponderEliminarMaría, hacemos la pregunta, pero somos tan cobardes que no respondemos.
ResponderEliminar¿Cobardes? y añadiría egoistas.
El círculo de la vida se cierra de una forma terrible. Una reflexión estupenda y bien escrita.
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