16 febrero, 2011

Mujer soñada

Cruzó la calle y allí estaba. Era la mujer que había aparecido en su sueño: el mismo pelo ensortijado, esas pestañas que cortaban el viento como flechas negras, y que había visto decenas de veces mientras dormía.
El hombre, nervioso ante la aparición, ensayó cada palabra que iba a pronunciarle,  y se situó detrás de ella, como una sombra. El pelo giró violentamente, unos dedos atraparon con fuerza su bastón; y el hombre en un acto arriesgado le calentó las manos. Las pestañas inverosímiles soltaron una caricia de abanico, la mujer sonrió con unos  dientes que él jamás había visto, ni tan siquiera en sus sueños, y entonces ella tuvo la certeza de que aquel hombre de dedos calientes le ayudaría a cruzar la calle.

Texto: María Paz Ruiz Gil

6 comentarios:

  1. bien expuesto, una genialidad

    saludos

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  2. Las pestañas maravillosas eran las puertas de unos ojos sin cristales. Me ha gustado y sorprendido.

    Saludos,

    Anabel

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  3. Me ha gustado mucho, tanto como el comentario de Anabel. Una hermosa sorpresa.
    Besos, que no falten.

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  4. Muy bien Mari Paz. Para él, la mujer de sus sueños. Para ella, sólo el tacto: Los dedos calientes. Pero, ¡cuánto transmite el tacto cuando perdemos otros sentidos!. Un abrazo

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  5. que bonito resaltas la importancia de los sentidos,para el a trvez de su mirada la mujer de sus sueños y ella sentir el calor de unos dedos era todo, más que una certeza.para lo que necesitaba, era la tabla de salvación,

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  6. Debo reconocer que me ha costado mucho comprender de lo que se trataba, pero tiene imágenes de gran intensidad, casi orgánicas, terriblemente sensuales. Romanticismo en estado puro.

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