El obsequio no era la tarta, ni los globos. Ni siquiera, su cuerpo envuelto en un provocativo conjunto negro. El regalo era todo su ser sin reservas, su esencia sin envoltorio en el que esconderse. Y como un niño maleducado, lo rompió nada más recibirlo.
Texto: Belén Lorenzo Francisco
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Mas de una vez no logramos percibir los regalos esos,que nos otorga la vida y de los cuales valoramos ...nada...excelente texto que triste no poder ver mas alla de nuestras narices...
ResponderEliminarGuau... me has dejado sin palabras.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Muy bueno! Corto y casi con moraleja.
ResponderEliminarBesos.
Escueto y contundente. Muy bueno.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias! Los regalos siempre son dobles: el objeto, y la persona. El primero se puede sustituir, pero el segundo... Es demasiado frágil.
ResponderEliminarUn abrazo agradecido.
Excelente!
ResponderEliminarEnhorabuena, Belén
Belen, los regalos siempre son una parte de nosotros mismos que damos al otro, aunque sea material: implica dedicación, deseo de agradar, tiempo para elegir...
ResponderEliminarLo que pasa es que hoy la " elegancia social del regalo" ha desvirtuado su verdadera esencia. Tu lo has captado muy bien y con pocas palabras, gracias. A.
La fuerza del microrelato.
ResponderEliminarFelicidades.
Si es que hay que educar a los niños...
ResponderEliminarBravo, Belén
Estupendo, muy bueno.
ResponderEliminarSaludos,
Anabel
Buenísimo el micro, contundente.
ResponderEliminarenhorabuena, han sido tres líneas intensas
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