21 marzo, 2011

El lector

Hace unos días leía un artículo de Angeles Caso en un magazine dominical que me hizo recordar esta entrada, escrita hace dos años, casi al principio de mi blog. He querido rescatarla y compartirla con vosotros, espero que os guste.

Me llamó la atención al verlo en una de las mesas que pueblan la librería de ESOS grandes almacenes -los títulos en que aparece la palabra libro, lectura, o similares me atraen poderosamente-. Pocos días después supe que era un libro escrito hacía algunos años y que el rodaje de una película basada en él había motivado la reedición; supongo que muchos habréis visto la película.

Es la historia de amor entre un adolescente y una mujer 20 años mayor, que se reencuentran años después en una situación completamente diferente: él es estudiante de derecho y asiste a un juicio donde se encuentra con que Hannah (su ex-amante) está siendo juzgada, junto con varias mujeres más, por pertenencia a las SS. El libro tiene tres planos temporales: el de la relación amorosa –cuando Michael Berg, el protagonista, tenía 15 años. El segundo,
cuando él es un estudiante y la “reencuentra” y el plano “actual”, desde el que Michael, ya adulto, recuerda y narra la historia.
Hace dos o tres años fui de viaje a Poloniay estuve en Auschwitz. No sé si habéis visitado algún campo de concentración; a pesar de haberse convertido en lugares “turísticos” sigue habiendo en ellos algo opresivo. En un momento del libro, Michael se refiere a esas pilas de cabello, zapatos o gafas como meros objetos; para mí, fue precisamente eso, que fueran objetos cotidianos, lo que me hizo “sentir” la cantidad de personas que allí estuvieron y murieron .
No fue lo único que me vino a la mente; también mi lectura para el viaje: Aquellos hombres grises. El batallón 101, de C. Browning. Cuando pensamos en los nazis solemos imaginarnos a gente depravada, psicópatas,... Lo que refleja este libro y es por ello más espeluznante es que cualquier persona, buen padre de familia, trabajador, puede convertirse en un frío asesino.Igualmente me acordé de La ofensa, de Menéndez Salmón, donde con motivo de una represalia, los habitantes de una población son encerrados y luego tiroteados (en El lector las prisioneras murieron por estar encerradas en una iglesia, donde se declaró un incendio).
En ambos libros planea la misma cuestión: en términos abstractos es fácil hablar de lo bueno y de lo malo, de víctimas y verdugos. Pero cuando pasamos a lo concreto, ¿no tenemos todos un poco de mister Hyde? Las personas que componían el batallón 101 eran trabajadores, gente completamente normal. ¿No puede ser que lo que nos da miedo y hace que nuestros juicios sean más duros sea darnos cuenta de que ellos podríamos ser nosotros?
Tras este salto de libro en libro vuelvo al Lector para decir que, además de una reflexión sobre el nazismo y su asimilación por las generaciones posteriores alemanas, el dilema entre comprender y castigar, es una preciosa novela de y sobre el amor: la relación amorosa en sí, la traición a la persona amada, la existencia de historias de amor que nos acompañaran siempre.Cuando acabé, tuve la impresión de que aunque ninguno lo reconociera, estuvieron enamorados el uno del otro hasta el final. Prueba de ello es, por parte de Michael, las cintas que le envía con las lecturas y por la de Hannan que aprendiera a escribir con ellas.

7 comentarios:

  1. Es una teoría,la e que, a igualdad de circunstancias , todos seriamos capaces de hacer similares barbaridades.
    No estoy totalmente de acuerdo y aunque reconozco que en situaciones difíciles, podemos llegar a extremos inesperados -heroicos o perversos - creo que no tofos somos maltratadores en potencia.

    El libro tiene muy buena pinta, a ver si...

    ResponderEliminar
  2. Cuando vimos la película, escribí un artículo en el blog, porque realmente me encantó. Me pareció un guión buenísimo, así como una gran interpretación (ella recibió el Óscar, aunque esto es lo de menos).
    Recuerdo que en los comentarios de los lectores se habló mucho del libro y me propuse entonces leerlo, pero esta es la fecha en que aún no lo he hecho.
    Así que esta reseña (magnífica como siempre, L) viene a recordarme esa obligación que tengo conmigo mismo.

    ResponderEliminar
  3. No he leído el libro, pero la película es fantástica. Los dilemas que presenta son intensos y nos obligan a ponernos en el filo de la navaja, a plantearnos situaciones que, a priori, tenemos muy claras en cuestiones más que difíciles de resolver. Hay acciones deleznables, sin duda alguna, pero ¿todos los que las pertrechan son igual de deleznables?

    Cuando estuve en Bretaña, fui a ver el cementerio americano y me emocioné. Pasamos, por casualidad, delante del cementerio alemán y quise entrar. También me emocioné: no dejaban de ser jóvenes soldados que dieron su vida por su país (aunque éste estuviera dirigido por un psicópata).

    Tal vez podemos plantear este tema desde esta perspectiva porque ya han pasado unos años.

    Es que son temas que me apasionan.

    Estupendo post.

    Anabel

    ResponderEliminar
  4. Eso que comentas, de que el verdugo y la víctima no son tan diferentes, es increíble pero cierto. En cuanto al libro y la película, gracias por la recomendación. Saludos

    ResponderEliminar
  5. Natalia D.23/3/11, 11:53

    Casi cualquier grupo humano organizado se ha dejado llevar en algún momento de su historia por sus dirigentes a realizar acciones execrables: lo hicieron los alemanes con Hitler, los soviéticos con Stalin, los ingleses, lo japoneses etc. etc. Probablemente las personas que llevaron a cabo esas acciones no serían, examinadas individualmente, particularmente malvadas. Y ahí surge el gran dilema, que tan bien plantea Lammermoor, porque yo sé que, como ser humano individual no soy malvada, pero… en una situación similar a las mencionadas (como alemana en el 39, por Ej.) ¿Tendría valor para negarme a cooperar en el horror o me dejaría llevar y sería una eficiente funcionaria que deportaría judíos con gran eficacia, diciéndome a mi misma que sólo estaba cumpliendo con mi trabajo? Espero no verme jamás en una situación semejante.
    Aunque tengo en casa “El lector” , y también “La justicia de Selb”, todavía no los he leído; después de tu gran comentario, Lammermoor, tendré que solucionarlo, y ponerme con Menéndez Salmón y enterarme de quien es C. Browning… ¡uf, uf, uf!

    ResponderEliminar
  6. Angeles efectivamente no todos somos maltratadores en potencia, pero si es cierto que determinadas circunstancias pueden llevar a que nos "deshumanicemos".
    No deja de sorprenderme ver como los hombres somos capaces de lo mejor y también de lo peor.

    Amando buscaré tu artículo. En mi caso fue al revés, se habló mucho y bien de la película, que aún no vi; la tengo reservada en la biblioteca.

    Anabel estoy de acuerdo contigo. Muchas veces cuando leo sobre guerras pienso en que muchos de los soldados de uno y otro bando son personas -a veces casi niños- que se vieron atrapados en algo que no les concernía.
    Y ya que mencionas los cementerios; otra cosa que me sorprendió de Polonia es que allí los cementerios están a ras de calle, y la gente va a ellos como nosotros podríamos ir al parque.

    Dacil el libro es muy bueno y en cuanto a la película, aunque no la ví todo el mundo habla muy bien de ella.

    Natalia que gusto verte también aquí. Pones el dedo en la llaga: la cosificación de las personas, como nos transformamos "en masa" y entonces perdemos nuestra individualidad y nuestra humanidad.
    Ojalá que, como dices, nunca tengamos que vernos en esa disyuntiva.

    ResponderEliminar
  7. Me doy por vencida, no doy avío para poder leer todas las propuestas tan interesantes que nos traes.
    Estupenda crítica. Gracias.
    Un abrazo

    ResponderEliminar

Gracias por contribuir con tus comentarios y tu punto de vista.

Los componentes de La Esfera te saludan y esperan verte a menudo por aquí.

Ésta es tu casa.