Anochece y, como cada noche, custodias mis sueños con tu sombra, poniendo entre los dos una barrera infranqueable.
Te vuelves con la excusa de que no se te levanta el ánimo, pero dejas muy claro quien es el dueño de la mitad de la cama. No permites que plantee una noche diferente, sólo las que fabrico con mi imaginación pero con tu cuerpo.
Mojo mis ganas con objetos fuera del calor humano y simulas que no te enteras para que tu conciencia no se manche con el remordimiento.
No sé cómo aguantas día a día esa frialdad y no se te rebosan las ganas de ser un hombre por tus poros.
¿Será que no eres de este mundo? ¿Qué eres inmortal y te alimentas de otras carnes?
No entiendo, por mucho que pregunto la nada es tu única respuesta.
Amanece y eres el hombre perfecto, el amigo más fiel, la piedra en la que apoyarse.
¿A qué juegas? Enséñame las reglas de tu juego, ¿es la impotencia la que no te deja acercarte a mí o es tu mente la que rechaza intentarlo?
Se ha roto la conexión entre tu cuerpo y tu mente y, el roce de mis manos es lija para tus sentidos.
Qué es lo que no me permite despegar mis deseos de ti, si no eres más que la mitad de una casa vacía.
Más que comentar, quisiera aplaudir con fuerza, tanta como la de este hermoso texto, que derrocha pasión y deseo. Impotencia y desesperación se entremezclan entre límites precisos que marcan el territorio, que marca el día y la noche.
ResponderEliminarEnhorabuena, Inma me ha encantado.
Un abrazo.
Qué duro, Inma!!
ResponderEliminarMuy bueno, tan bueno que duele.
Un abrazo
Qué imagen la de la media cama vacía! Desencuentro y tristeza.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Muchos besos Inma.
Es tremendamente duro, porque es tremendamente real tantas veces, en tantas vidas... Me hace revivir pesadillas del pasado.
ResponderEliminarPero, al mismo tiempo, es un texto hemoso. Está claro que dos no discuten si uno no quiere, y dos no se aman si uno no quiere. Es lo mismo.
El ardor del desencuentro entre las ganas de amar y el deseo no correspondido, genera un estado interior que crece y se expande en el cuerpo como en una olla a presión a punto de estallar. Has descrito a la perfección ese sentimiento de impotencia, Inma.
ResponderEliminarMe ha encantado leerlo. Un abrazo,
Qué terrible la imposibilidad para conseguir lo que tanto deseas cuando lo tienes al alcance de tu mano...
ResponderEliminarQue tristeza exuda esta historia.
Espléndido texto
Un abrazo enorme
Cómo duele.
ResponderEliminarBesos, Inma,
Anabel
A veces empieza con silencios, aquí es la mitad de la cama vacía, da igual, es el desamor.
ResponderEliminarMuy duro, muy bien contado Inma.
Un abrazo.
¡Qué triste y qué hermoso Inma!.
ResponderEliminarEl ser y el parecer son a veces tan diferentes y distantes que se entiende perfectamente la desesperación que tan bien expresas en tu texto. Un abrazo Á.
Ya muchas veces he dicho lo siguiente: "Me gusta" Y este es uno de esos casos. Y punto. No quiero darle más vueltas. Simplemente.
ResponderEliminarGracias, muchas gracias. Hay textos que no sabes porqué salen y se escriben con un sabor diferente, ese sabor que llega aunque el tema sea triste, doloroso, ácido.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué bello texto, Inma, y qué doloroso no poder hacer algo que se desea... ¿se desea?
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