He dejado de amarte, decía la breve nota manuscrita que Eva halló sobre la almohada.
Como cada tarde después del trabajo, volvió caminando desde la parada del metro a tres manzanas de su casa; aquel día no había dejado de llover desde media mañana, todavía llevaba el cabello húmedo y la tez helada. Con el papel trepidando entre sus dedos intentó buscar un motivo, aunque solo fuera uno, que diese sentido a esa irracional partida, pero no lo encontró. Nunca llegó a saber si ese adiós definitivo fue por algo que ella hizo o quizá por algo que dejó de hacer; pero la imagen de las perchas alineadas y desnudas en el ropero entreabierto se quedó grabada en su cerebro como la indeleble marca que deja el ácido sobre la plancha de cobre.
En las semanas siguiente Eva pasó del dolor, a la desesperación y a la rabia, hasta que se cansó de hacerse preguntas y de buscar respuestas. Lentamente fue desembocando en una melancolía apagada y añil, replegándose como una lánguida y maleable marioneta de trapo.
Con el paso de los meses y vencida por el insomnio, empezó a delirar y a verse así misma viajando semidesnuda en un sombrío vagón de metro, con la mirada oculta y el semblante triste de una chiquilla abandonada, a la que nadie ha acudido a su fiesta de cumpleaños.
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Un abandono no merece un delirio, olvídalo y disfruta de la fiesta y de la tarta.
ResponderEliminarUn saludo Á
Es difícil afrontar el abandono cuando es inexplicable a los ojos de quien lo padece. Pero nadie que te abandona es merecedor de una sola lágrima ni de una sola noche de insomnio. Así que: un corte de mangas y a volar. A volar que son dos días y la mitad nos la pasamos durmiendo.
ResponderEliminarEstamos comenzando y ya me está sorprendiendo la variedad de la temática, a pesar de que todas tengan un fondo de dolor.
ResponderEliminarAbrazos
Cuando el amor es así de fuerte y se acaba, es como un tiro que te vuela la cabeza, por eso, muchas veces, no vale la pena jugar con fuego.
ResponderEliminarEs hermoso el texto, a pesar de la tristeza que destila.
ResponderEliminarEs hermoso el texto, a pesar de la tristeza que destila.
ResponderEliminarBien por la maña.
ResponderEliminarEsto es sólo el principio. La de cosas tan dispares que nos podemos encontrar ante un mismo estímulo.
Que para eso somos humanos y escritores.
Saludos,
Anabel
Entramos en la pesadilla de la abandonada. Es la primera alusión a su semidesnudez.
ResponderEliminarMe gusta, Pilar.
Versión de Pilar: como siempre me encanta leer tus escritos, por ocurrentes. Este texto lo veo un poco dramático, la chica toma fatal el despecho, manteniendo su pena demasiado tiempo.Claro que nunca se sabe el desorden interior de algunas cabezotas.
ResponderEliminarUn abrazo
Ojalá despierte pronto de ese sueño y le de una patada a la melancolía. Con esos botines, ya puede...
ResponderEliminarUn besazo, Pilar