No me ha resultado fácil ataviarme así, cual zorrita incluida en el regalo de cumpleaños que la tarta y los globos anuncian; he llorado al cortar mi hermosa melena y al ponerme esta ropa negra y minúscula, para atraer miradas e intenciones sobre mi piel joven y deseable. Son francamente incómodos los zapatos que elevan mi talla hasta casi convertirme en gigante, pero con las medias a media pierna consiguen, creo yo, un efecto ridículamente atrevido.
Para atravesar la calle sin que a última hora un intenso pudor me hiciera renunciar al plan, he debido cerrar los ojos y correr; correr torpemente como una zancuda, hasta que a la entrada del metro me han entregado el pastel. Por fin aquí estoy, sentada, esperando que llegue el momento, intentando que nada lo enturbie ni lo trunque.
No hay demasiada gente a estas horas en el vagón, por eso soy muy visible y me observan casi todos: abiertamente o con miradas de soslayo en este país en el que nada resulta escandaloso, al menos no una chica semidesnuda. Delante de mí alguien finge leer el periódico, pero siento su respiración entrecortada. A mi izquierda, Mohamed controla el escenario y establece una barrera, mientras sus ojos entreabiertos parecen dormitar.
Con una mochila o un bolso me habrían impedido el acceso en cualquiera de los controles, pero a nadie se le ha ocurrido sospechar de la putita. Hasta ayer, con chilaba y velada la cabeza, he sido mil veces despreciada por las gentes de esta tierra. Hoy voy a inmolar mi pudor y mi vida, exhibiendo el cuerpo y llevando la tarta bomba que estallará en tres minutos, por la Yihad.
Lo peor ya ha pasado, me relajo en el asiento y espero el martirio. ¡ Allah es grande!
Texto: Ángeles Hernández Encinas
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¡Caramba!
ResponderEliminarImpresionante!!!
ResponderEliminarMe maravillo de la capacidad de inventiva que has tenido, Ángeles. Y me escalofrío de pensar que alguien pudiera tener esa misma idea.
Muy bien escrito, además.
Un texto estupendo. Enhorabuena.
Nuestra Ängeles Hache sí que es la bomba. Con su ágil y elegante forma de escribir, introduce a la protagonista en el metro, burlándonos a todos, a la vez que hace una crítica social actual y cercana, haciéndonos tragar nuestra propia hipocrecía. Finalmente, y sin tiempo a reaccionar, nos sorprende encendiendo la mecha, cuando menos nos lo esperamos, destrozándonos gratamente para hacernos reflexionar.
ResponderEliminarUn abrazo
Jamás hubiera adivinado este final. Muy bueno, sí señora. Paso de la palabra patética a terrorífica, jaja.
ResponderEliminarBesos...sin tarta.
Sorprendente, me ha encantado el texto.
ResponderEliminarDicen que una imagen vale mas que mil palabras, me quedo con las palabras, con mil y con un millón. Cada texto sobre la foto es una sorpresa...agradable.
Saludos.
Se me había pasado esta originalidad...Te superas por días.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por vuestros comentarios a esta visión tan particular que se me vino a la cabeza con la foto que nos propuso FranCo.
ResponderEliminarEspero no haber herido susceptibilidades.
Un abrazo a todos. A.
No has herido susceptibilidades, seguro. Has despertado sensibilidades. Genial propuesta. Por el fondo y por la forma en que lo has escrito. Sobresaliente.
ResponderEliminarJoer...
ResponderEliminarLa de cosas tristes y terroríficas que nos puede llegar a inspirar la foto en cuestión.
Anabel
Memorial sobrecogedor
ResponderEliminarNANDO
Jo, Ángeles, qué fuerte. Tremenda imaginación, y bien contada. Un abrazo
ResponderEliminarLo había leído, lo había leído, lo juro, lo juro, Ángeles. De hecho sólo me ha hecho falta releer la primera línea para recordar el asunto de la terrorista.
ResponderEliminarMe dejó estremecido y me sorprendió. Desde luego pura imaginación muy bien narrada.