20 junio, 2011

Los robadores


La primera vez que entraron en casa nos asustamos mucho. Mi papá no se movió de su lugar en ningún momento, parecía que no respiraba; mi mamá gritaba cosas que nadie de los presentes se tomó el trabajo de entender, mientras nos abrazaba —muy fuerte— a mi hermana y a mí, como si nos fuera a asfixiar.
Ellos hacían todos sus movimientos de forma maquinal, como siguiendo paso a paso una coreografía; mi papá no salía de su insoportable quietud, y mi mamá, en un intento desesperado por escapar, corrió hacia la puerta, pero le fue imposible abrirla: ya no era la nuestra.
La segunda vez que entraron se hizo de noche en ese instante. Saltaron la verja, se metieron por la puerta, que estaba mal cerrada y
volvieron a hacer sus movimientos maquinales, manipulando las armas; una bolsa vacía y otra llena. Robaron el televisor a color y pusieron otro falso en su lugar, hicieron lo mismo con el equipo de música, el microondas y los cuadros de paisajes que tapaban manchas de humedad en la pared; cuando ellos se fueron la noche siguió.
La tercera vez que entraron nos habíamos mudado de casa pero nos encontraron igual. Estábamos solos, mi mamá ya se había ido y mi papá tardaba en llegar; ellos entraron sin esfuerzo y con sus dos bolsas robaron cada uno de los artefactos del hogar y los muebles, y pusieron otros falsos en su lugar, sin mirarnos. Siguieron robando, un florero, expresiones de fotos familiares y hasta pósters de la habitación de mi hermana, que abría la boca como si estuviera por decir algo y se balanceaba de atrás para adelante como presagiando una caída.
La cuarta vez que entraron los maté.
Mi mamá viene a verme seguido y me cuenta mentiras sobre su vida, continúa diciendo frases incomprensibles aunque ya no me puede abrazar —muy fuerte— como si me fuera a proteger.
Mi padre está tranquilo en casa, a salvo de sobresaltos, ya sin nada verdadero que le puedan robar. Mi hermana a veces emite algún sonido, pero de su boca nunca sale una palabra, mientras balancea el cuerpo de atrás para adelante, estando siempre, a punto de caer.

Texto: Mario César Lamique.
Narración: La Voz Silenciosa

7 comentarios:

  1. "Los robadores". Qué metáfora tan bien trazada Mario. Buen texto.

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  2. Veo que estos "robadores" se llevan los sueños, las ilusiones, la memoria, los recuerdos, los lazos que nos unen, el tiempo...se llevan poco a poco la vida, esa que pasa sin darnos cuenta.

    Me ha gustado Mario, un abrazo.

    http://xavierblanco.blogspot.com

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  3. Mucho terror para mí, que soy fácilmente impresionable...
    Me ha gustado.

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  4. Trágico.
    Las pérdidas que sufrimos y que aceptamos como si fueran inexorables.
    Muy bien contado.

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  5. Hola,Soy Mario Lamique, le saradezco la publicación y lo comentarios,siempre son bienvenidos y de ayuda.
    Abrazo

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  6. Muy buen texto, me ha encantado.

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  7. Dura historia, con muy buen estilo. felicidades.

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