De vez en cuando se conjugan los astros para proporcionar una noche extraordinaria.
En esta ocasión, los astros que brillaron en la noche de Santa Cruz lo hicieron con fondo de guitarras eléctricas y blues.
Three Bones abrió el concierto.
Una hora de blues y rock, maestría y ritmo fue calentando el ambiente y nos fue entusiasmando, preparando el camino para el plato fuerte de la noche: Zac Harmon.
Pero debo decir que, si bien Three Bones eran los teloneros, su calidad los hizo merecedores de mayor protagonismo. La guitarra de Álvaro Dalloz, respalda por la impecable labor de Miguel y Fisco Ponce al bajo y a la batería, alcanzó cotas de
virtuosismo y nos hizo vibrar con solos espectaculares.Three Bones dieron paso al veterano bluesman nacido en Jackson, Mississippi, Zac Harmon, heredero de leyendas del blues como Elmore James.
Zac Harmon nos ofreció un recital de blues, rock, algún reggae y toneladas de energía.
Incansable, Zac Harmon llenó el aire con su voz profunda y su entusiasmo contagioso, rompió las cuerdas de su inseparable guitarra blanca –que solo reemplazó el tiempo estrictamente necesario para que colocaran otra cuerda–, nos llevó hasta las Puertas del Cielo –Knockin’ on Heaven’s Door–, hasta su Jackson natal y se despidió pidiéndonos que no llorásemos –No woman no cry.
Una noche para no olvidar, aunque las fotos no le hagan justicia.
Crítica: Ana Joyanes
Cada año me propongo no faltar al Santa Blues Festival, y por unas cosas u otras, siempre me toca perdérmelo. Esta vez, y sobre todo por Zac Harmon, la pena ha sido algo mayor de lo habitual. Otro año más me hago el firme propósito de no faltar a la edición 2012. A ver si esta vez lo logro. Gracias por traernos tu crónica Ana, "Bluesera" de excepción.
ResponderEliminarUna crítica musical que nos provoca desconsuelo, y que posiblemente sea culpa de su autora, al hacernos vibrar y sentir a esos virtuosos de la música. Gracias.
ResponderEliminar¡Qué envidia! Si es que no se puede estar en todo. Gracias por compartirlo. Besos
ResponderEliminarEstaba allí, lo aseguro, saltando fascinada al ritmo de los blues bajo la torre centenaria de la Concepción, testigo también ella de la buena música contemporánea que recibe con gozo el comienzo del verano.Fui testigo de que una chica llama Ana J. alusinaba y sacaba fotos para inmortalizar la noche mágica y azul. Nuestra Ana es una gloria, es una inmortal.
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