30 junio, 2011

Nada


Hay días que te despiertas gris, lánguido, deslúcido, como las tardes de los domingos. Otros, amaneces denso, trabado, como esa niebla baja que cubre los campos del invierno. Algunos días clareas melancólico, taciturno, nostálgico, como el sonido de un violín que resuena morriña en las madrugadas del otoño, mientras el viento desnuda los árboles del parque.

Hay días que te levantas gris, tupido, taciturno y además desconsolado. Esos días escribes estas cosas, sólo palabras:

“…Estoy desolado, desértico, perdido, disipado…. No tengo nada que contar, nada que relatar, nada que escribir. Mi mente no responde, no siento nada, sólo el vacío. Presiento un lugar oscuro, recóndito, profundo, insondable. Intento recordar palabras, resonar dicciones: ternura, princesa, universo, cielo, rabia, tristeza, abatimiento…nada ¿qué representan? ¿quién me explica si significo algo, o si soy parte del significado? Ahí, dudando de mis dudas. Es el fin, el ocaso, el crepúsculo, la cesación. Deseas
calma, tregua, quizás descanso. Nada.

Observo el entorno, miro mi alrededor, mi contorno: sólo diviso objetos, formas, caracteres. Distingo pero no percibo nada. ¿Abrigar ilusiones, sueños, quimeras, fantasías, utopías, imaginaciones? Nada. Sólo entelequias, ficciones, invenciones, angustias, cuentos. Tal vez mentiras. Me pesan los ojos, el fluir de la ira. Escucho voces, palabras sin significado. Desolación, miedo, vacío, pánico. Se han escapado las palabras, han huido los fonemas. Lo siento, hoy no he sido capaz de escribir nada. Nada, nada, nada, nada, nada…, apenas doce frases: he contado diez veces nada…”

Las palabras son así: tóxicas, veneno. Algunas veces bálsamo, medicina. Brisas de palabras, vientos, ráfagas, vendavales. Llueven las palabras, diluvian los vocablos, y cuando la mente clarea, un arcoíris de expresiones lo inunda todo: el gris se vuelve verde, azul, quizás rojo; la espesura torna nitidez, transparencia, y la melancolía resuena consuelo, fervor. En ese momento vuelves a transitar por el camino del optimismo y piensas que puede ser, que todo es posible, que vale la pena.

Texto: Xavier Blanco
Narración: La Voz Silenciosa

6 comentarios:

  1. Texto manido.

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  2. Cierto y bien explicado. Pero las palabras no llegan solas. Hay que salir a buscarlas. Y al final, se encuentran. Se encuentran siempre. Detrás de una mirada o de una copa de buen vino. Siempre están. Escondidas. Esperando ser encontradas. Buen texto Xavier.

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  3. Xavier, no sabes cuántos nos hemos inspirado de la nada tan diferente para cada uno. Un bello texto.

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  4. Creo que en esta temporada, desde que presentamos la novela en Segovia, estoy desolado, desértico, perdido, disipado... No tengo nada que contar, nada que relatar, nada que escribir...
    ¿Has estado de paso por mi corazón? ¿Has buceado en algunos de mis amaneceres?
    Xabier, me sigue impresionando esta capacidad tuya para hacer de las palabras un rico muestrario de sentimientos, donde los matices logran ser un mosaico riquísimo y lleno sutiles diferencias. A veces creo que tienes como un microscopio que es capaz de discriminar cada milímetro de sentimiento.

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  5. Xavier redonda descripción de un momento no ajeno a nadie.

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  6. Hola a tod@s,

    Amigo anónimo, "texto manido", me quedaré con la segunda acepción del diccionario "tema muy trillado", y aparto la primera "vulgar, común, nada original". La nada es así "manida", algunas veces incluso es vulgar, por repetida, pero existe, la sientes, te paraliza...incuso te atreves a escribir de ella…

    Miguel Ángel, cuanta razón tienes, si esperas que vengan las palabras, solo viene una, la NADA. Las palabras están en todos los lugares, en todas las miradas...hay que sembrarlas, regarlas, mimarlas…

    Dacil, "inspirarse en la nada", bonita inspiración. Hay días que el folio en blanco me asusta, pero como bien dices, las palabras regresan, joviales, dicharacheras, peleonas...

    Armando, creo que todos los que amamos las palabras compartimos un trozo del mismo corazón, y sí, esos amaneceres son los mismos, y el ocaso y la luna...esos también son de todos…aunque los percibamos de forma diferente.

    Inma, seguiremos buscando palabras, seguiremos regando el árbol de los deseos, abonado la cajita de los sueños. Seguiremos transitando entre la nada y el todo. Sí, seguiremos...

    Una abrazo a toda esta familia de La Esfera

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