En sus primeros días de trabajo sorprendía por su agilidad y maestría al moverse entre las mesas. Repartía con soltura y siempre con una sonrisa, copas, cañas, platos y todo lo que le pidieran. Ya desde el comienzo se ganó la simpatía de muchos clientes. Yo era uno de ellos, no solía frecuentar mucho aquella terraza, pero un día, ante la duda de sentarme o continuar con mi rumbo, un “Siéntese caballero ¿le podría servir algo?” me arrastró sin excusa a su terreno. Desde entonces, encuentro allí el momento de tranquilidad necesaria para continuar la jornada sin decaer. Me agrada enormemente sentarme allí a media mañana, hojear la prensa y tomarme ese café que ya me está sirviendo cuando me ve aparecer por la esquina.
Últimamente hay algo que aunque no me roba la tranquilidad, sí que me despierta curiosidad. Ella sigue deslizándose con
desparpajo entre las mesas, bandeja en mano y sonrisa acogedora en su rostro, y todos los días, más o menos a la misma hora, sirve en la misma mesa vacía, el mismo vino. La primera vez no presté excesiva atención a quién se había sentado allí, en lo que leía las noticias del día, la copa dejó de estar llena. Cuando comencé a percatarme de que el suceso se repetía todos los días, siempre ocurría algo que desviaba mi atención e impedía descubrir el momento en que la copa se vaciaba. Hoy me dispuse a descubrir qué era lo que estaba pasando. La lluvia impidió que me sentara donde siempre, frente a la mesa misteriosa, por lo que bastante contrariado tuve que pasar adentro.
El café se me cayó al suelo cuando tras servírmelo, con la misma cara sonriente de siempre, miré al espejo del fondo y vi que mi mesa estaba vacía.
Texto: Susana Pérez Santos
Narración: La Voz Silenciosa
Narración: La Voz Silenciosa
Muy bueno, Susana.
ResponderEliminarHasta hora no creía en los fantasmas! pero me temo, que haberlos haylos.
ResponderEliminarBien relatado, Susana.
Besos, arrastrando cadenas, jaja
Perdón me faltó una a en ahora.
ResponderEliminarSusana, he leído el texto vaias veces. Me gusta su atmósfera pero no llego a entenderlo.
ResponderEliminar"miré al espejo del fondo y vi que mi mesa estaba vacía" ¿Se refiere a la mesa de la terraza? Es evidente estaba dentro.
¿Una mesa vacía con un vaso de vino siempre.?
Lo siento no me queda nada claro. Me resulta confuso.
Hola FranCo, gracias por comentarme tus dudas. La mesa que vió vacía cuando se sentó dentro, era la suya propia. Si te ha generado confusión, debe ser que no está bien explicado, si.
ResponderEliminarYa las interpretaciones creo que son de quien lea el texto.
Gracias también a Isolda y Nieves, y a La Esfera Cultural, por supuesto.
Un abrazo
Buen texto. La verdad es que agradezco la pregunta de FranCo y la respuesta de la autora, pero a pesar de eso el texto no necesita nada porque invita a su interpretación, y lo agradezco por que ese texto engancha, por lo menos a mí.
ResponderEliminarEnhorabuena Susana.
Me ha gustado ese misterio que planteas. Una historia de fantasmas en un café bar.
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Enhorabuena, Su. Ya conocía este micro de tu casa. Leído gana mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
La verdad, es que amamos tanto ese ritual del diario..asi somos
ResponderEliminarque cuesta trabajo asimilar que alguna vez no estaremos...o, que ya no estamos..
Buenisimo!! me resulta muy placentero haberlo leido,felicidades autora