01 septiembre, 2011

Regalo


Frente al soportal que cobija nuestras soledades y silencios, hay un puesto de lotería; la anciana que lo custodia vende sueños por 20 €, demasiado caros para quienes tan solo poseemos la piel que nos viste y poco más.
Hoy he tenido suerte, la cercanía de la Navidad y mi recién conquistado hueco a la puerta de la catedral, han llenado mi lata con una cifra importante: 21,33 €, me da para comprar un sueño y aún me sobra…, aunque el sonido de mi estómago reclama urgentemente algo caliente; miro a una de mis nuevas compañeras que dormita en el suelo, entre cartones; llegó hace dos días, siempre está callada y sola, le gusta bailar, lo sé porque
la otra noche vi cómo sacaba de una bolsa un viejo tul con el que rodeó su cintura, tarareó una cancioncilla y agitó sus brazos en un baile que finalizó entre lágrimas. Me hubiera gustado saborear la sal de su dolor y borrarlo, no sé de donde brota, pero no es justo que su juventud arrastre tantas sombras.
Sus ojos poseen un insondable abismo de abandono y desolación que me conmueve.
Cruzo la calle, le entrego el dinero a la lotera ignorando las protestas de mi estómago vacio y, con el boleto en la mano me acerco a la muchacha, responde al suave roce de mi mano sobre su hombro con una mirada hostil, quién sabe de qué meditaciones o sueños la habré sacado.
Coloco el décimo en su mano, en silencio, ese es nuestro lenguaje; interiormente deseo que mi regalo llene de luces sus profundos ojos.

Texto: Yolanda Nava Miguélez
Narración: la Voz Silenciosa

11 comentarios:

  1. Un relato triste pero esperanzador. Es en las clases humildes donde de verdad se encuentra la generosidad. Dar sin tener es lo más grande, lo otro es fácil. Y por desgracia lo que narras es más frecuente pues los dos mundos (los que tienen y no tienen trabajo) hoy son más palpables.

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  2. Dar de lo que necesitamos es la verdadera entrega, porque dar de lo que sobra es fácil o más fácil. Y entregar la ilusión es lo máximo que podía entregar. No fueron los 20 € sino la ilusión de hacer realidad los sueños.

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  3. ¿Hay algo mejor que un regalo llene de luces sus profundos ojos? Defnitivamente no. Quien regala ilusión regala vida.
    Besos, Yolanda.

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  4. La miseria se compadece de la miseria. En la vida casi siempre ocurré así. Muy Buen relato. Saludos Ylanda.

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  5. Me hubiera gustado saborear la sal de su dolor y borrarlo, no sé de donde brota, pero no es justo que su juventud arrastre tantas sombras.
    Yolanda me quedo con esta frase, encierra tanto, es tan bella.
    Enhorabuena

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  6. Un relato triste, pero muy bello por el mensaje tan esperanzador que contiene.

    Besitos.

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  7. Me gustan tus metáforas. Muy bellas.

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  8. Gracias a todos por vuestros comentarios, besos.

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  9. Ilusión y generosidad. Solo quien ha llegado al límite puede ser capaz de algo tan grande.
    Me ha emocionado, Yolanda.

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  10. Entrañable y ejemplar.

    Un abrazo Á.

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  11. La solidaridad tiene algo de mágico, sobre todo cuando sorprende a la dura realidad, como en este magnífico texto.

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