Si algún chaval más mayor se metía contigo en el colegio, allí estaba yo para defenderte. Reparé tus juguetes rotos. Enjugué la sal de tus lágrimas. Resolví tus dudas con las mates. Te ayudé a elegir el mejor atuendo en tu primera cita.
Recorrí antes que tú todos los caminos. Menos este. Este no lo conozco. No sé cómo discurre, no conozco sus recovecos, ni altibajos.
La impotencia escarba en mi ánimo al verte tan perdido, tan asustado y rendido.
Cuando tus pupilas se empequeñecen y te sumerges en mares de mentiras, la soledad me hace pequeño y vulnerable. Me acurruco detrás de la puerta que has cerrado tras de ti, en silencio, con el aliento contenido y el miedo congelado en la garganta y te lanzo un ruego que no escuchas: “aguanta, dame tiempo para encontrar el modo de salvarte. No me dejes todavía”.
Recorrí antes que tú todos los caminos. Menos este. Este no lo conozco. No sé cómo discurre, no conozco sus recovecos, ni altibajos.
La impotencia escarba en mi ánimo al verte tan perdido, tan asustado y rendido.
Cuando tus pupilas se empequeñecen y te sumerges en mares de mentiras, la soledad me hace pequeño y vulnerable. Me acurruco detrás de la puerta que has cerrado tras de ti, en silencio, con el aliento contenido y el miedo congelado en la garganta y te lanzo un ruego que no escuchas: “aguanta, dame tiempo para encontrar el modo de salvarte. No me dejes todavía”.
Texto: Yolanda Nava Miguélez
Narración: La Voz Silenciosa
Narración: La Voz Silenciosa
Simplemente, precioso. Emotivo, preciso, directo al corazón.
ResponderEliminarEn muy pocas líneas, toda una historia de amor fraterno. Ojalá llegue a tiempo de salvarlo.
Saludos.
Un grito de impotencia ante las situaciones de la vida. Muy emotivo.
ResponderEliminarBesos desde el aire
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ResponderEliminarQue hermoso relato. Qué evocador. Me removió recuerdos. Y que bueno saber que podemos ayudar aunque, como atí, nos cueste¡ Genial Yolanda.
ResponderEliminar"aguanta, dame tiempo para encontrar el modo de salvarte. No me dejes todavía"
ResponderEliminar¿No es ésta una de las esencias del verdadero amor?
Enhorabuena, Yolanda
Preciosa historia, Yolanda.
ResponderEliminarNo se les puede proteger siempre, sobre todo cuando no se quieren salvar. Pero hay que estar ahí, a su lado. ¿Quién si no?
ResponderEliminarYolanda, me has conmovido.
Gracias a todos por leer mi texto y comentarlo. Abrazos.
ResponderEliminarHermosa historia, Yolanda.
ResponderEliminarSobrecogedor relato, tan cercano que es fácil que uno se ponga en la piel de alguno de esos dos hermanos para vivir la historia en primera persona. Transmite luego queda, Yolanda. Me gusta.
ResponderEliminarYolandA:¿Por casualidad hablas de la esquizofrenia? Me dio la impresión cuando dices que se sumerge en mares de mentiras. El micro es desgarrador.
ResponderEliminarSe me ha puesto un nudo en la garganta con este texto delicado y lleno de emoción.
ResponderEliminarUn abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarInma, hablo de drogas. Gracias por leerlo y comentarlo. :)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este texto hermoso y triste a la vez, lleno de amor, miedo, sufrimiento e impotencia que no nos deja indiferentes.
ResponderEliminarEnhorabuena.