28 noviembre, 2011

Nochebuena

Leonardo salió de casa despacio, se encaminó al supermercado de la esquina dispuesto a hacer un extraordinario despilfarro: gastar lo poco que tenía para cenar algo decente el día de Nochebuena. El pequeño local estaba abarrotado de clientes en busca del último detalle para adornar su mesa. No se percibía la excitación de otros años, la crisis había acabado con la alegría de mucha gente.
Volvió a su casa, rebusco algo de energía, que tenía congelada desde hacía mucho tiempo, para sacar un pollo de su envoltura y meterlo en el horno con un poco de aceite y un buen chorreón de vino blanco. Más tarde se sentó a la mesa y comió con parsimonia mirando atontado el programa de la uno y bebiendo a pequeños sorbos el resto del vino. Después se quedó durmiendo en el sofá. Su cuerpo maltrecho expiró justo cuando las campanadas de la iglesia cercana dieron las doce.

Texto: Lucrecia Hoyos Piqueras
Más relatos de Navidad aquí

13 comentarios:

  1. Felicidades Lucrecria por la agilidad de tu relato que nos sienta a la mesa con Leonardo y nos hace ser testigos de su triste "última cena". Un abrazo.

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  2. Se regaló una última tristeza para Navidad.
    Un abrazo

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  3. Lu, me ha gustado esa "energía congelada" de tu relato. Muy bien!!

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  4. Parece que morir en fechas señaladas es muy triste.
    A mí lo que me apena de tu relato es la agonía que precede a esa muerte solitaria, a esa última cena como de condenado al corredor de la muerte.
    Felicidades

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  5. Parece que morir en fechas señaladas es muy triste.
    A mí lo que me apena de tu relato es la agonía que precede a esa muerte solitaria, a esa última cena como de condenado al corredor de la muerte.
    Felicidades

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  6. Lucrecia, este texto siento decirte que no me produce ni fu, ni fa. Nos lleva de la mano a su cena para expirar viendo la televisión.
    Intento buscarle su esencia, una chispa, un trasfondo... pero no lo encuentro.

    La sorpresa final de la muerte en los textos es algo que particularmente se me indigesta. Es tan socorrido como cuando el protagonista descubre que estaba soñando.

    Aunque cada día la miopía me ciega más. Ya sabes que existen días malos e igual hoy tengo uno de ellos.

    Espero que sepas entender mi crítica.

    Un saludo.

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  7. Claro que sé entender tu crítica, Francisco. Para mí es la tristeza desnuda desprovista de ningún adorno ni retóricas. Es lo que me salió cuando pensé en la Navidad, no es que esté orgullosa de él, pero acepto mis frutos aunque sean deformes. Gracias por tu comentario.

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  8. Gracias a todos por vuestros comentarios.

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  9. Lucrecia, muchas gracias. Dice mucho de ti la forma de recibir la crítica.

    En este escaparate estamos para crecer de forma conjunta como escritores. Creo que crecemos más, si de vez en cuando alguien remueve los textos. Y lo hago tirando piedras sobre mi tejado, que conste.

    Te reitero las gracias.

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  10. Por cierto, se me olvidaba comentar, casi todos los textos llegados a esta convocatoria se resuelven matando a alguien.
    ??????

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  11. Será que la tristeza nos vuelve agresivos.

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  12. Interpreto que en este relato que se lee tranquilamente, la autora da una sola pista para el final "rebuscó algo de energía". La soledad de la 1.

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