06 febrero, 2012

El rostro de la ausencia.

Los últimos vendajes sanguinolentos se derramaron en el suelo. Vi el nuevo rostro de mi hermana. No era ella, no eran sus ojos grandes y granates, ni estaban sus cejas gruesas; había desaparecido la punta respingona de la nariz; los labios acorazonados se extinguieron en líneas breves y los pómulos se escondieron de su dibujo.

Me sorprendí, con enfado, de mi sudor inquieto ante aquella desconocida, que no lo era, era mi hermana, desde que empezó la vida, la nuestra; la que era una fotocopia del rostro de papá, el que murió cuando éramos niñas. La familia, los amigos, los de nuestro afecto, lloraban al verla, a aquella niña. Destilaban congestión, suspiraban bajito y lamentaban al difunto; hasta mamá
apartó su mirada ella. Nunca quiere fotografiarse, pues ya era un retrato vivo.

Decidió liberarse de la escultura de sus rasgos, que nunca fueron de suyos, sino de la ausencia. Pero se paralizó conjurada ante el espejo. Yo esperaba la reacción de aquel extraño rostro. Salí de la habitación unos metros hasta el dispensador de café, pero no llegué; gritó un cataclismo de vidrios rotos en la estancia. Al abrir la puerta, ella se dibujaba una malla de rayones de sangre, con porciones de espejo, en sus rasgos inéditos. Era su castigo por haber matado a papá de nuevo, al borrar aquel rostro.

Texto: Fátima Martín Rodríguez
Ilustración: Fátima Martín Rodríguez

6 comentarios:

  1. Me parece, Miguel Ángel, uno de tus mejores textos. Está cuidadísimo en todos los detalles, es como un reloj en el que cada pieza encaja a la perfección: ritmo, imágenes, fondo...
    Alguna de las imágenes son poderosamente poéticas.

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  2. Disculpa Amando. No es mío. Es de Fátima Martín Rodríguez. Coincido contigo en que es un texto muy bueno, lleno de fuerza.

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  3. Es que había leído sólo autor de la ilustración y no del texto. En todo caso me reafirmo en lo dicho. Es un muy buen texto, según lo veo yo.

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  4. Un texto original y muy bien escrito. Me parece una genialidad Fátima. Enhorabuena

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  5. Muy interesante la forma en que nos muestras la doble pérdida que sufren los que contemplan el rostro de la que ha decidido que no quiere parecer más ella.
    Queda en el aire saber si tampoco quería seguir pareciéndose a ese padre que la abandonó cuando era una niña. Tal vez, para ella, la muerte fuera solo una excusa y necesitara dejar de ver ese rostro en el espejo día tras día.
    Muy bueno.

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  6. Un texto sorprendente por la historia que encierra. Un niña que ha matado a su padre, por odio quizá. Hasta el punto que quiere borrar toda imagen que le recuerde, aunque ello conlleve a sacrificar su propio rostro.
    Y menos mal que era el suyo, no el de la hermana. Miedo da la chiquilla.
    Bienvenida a La Esfera.

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