Mil historias se estampan una detrás de otra contra el retrovisor de mis recuerdos.
Siempre conectan con ese latido sórdido y frío que comienza en los oídos y contagia cada circunvolución de mi cerebro, como el temblor de una mano anciana dejando caer en cada movimiento una imagen en mi memoria.
La primera frase hiriente que salió de tu boca convirtió en gelatina mi deseo, licuó mi cerebro y apagó las conexiones entre mi masa gris y mi sexo.
Tus ojos ausentes, desviados, inventan asombro y despiertan dudas, esas que en soledad rompen el llanto, un llanto inconsciente, doloroso, sordo, hinchado como mis párpados.
La espalda que se hizo habitual en el desierto de cada noche, desvela que el cuerpo desnudo que me quitaba el sueño no tenía tu piel, ni tu energía, ni tus ganas, ni tu aliento.
El vacío ignorante. Nada de lo inventado te devuelve y el calor de mi cabeza hierve, derrite el futuro, cubriendo de resignación la impotencia.
Hoy mis neuronas, el conjunto de células eléctricas, se han fundido, han explosionado en cadena, han descargado el latido más grande y doloroso.
Hoy te has ido...
Texto: Inma Vinuesa
Narración: La Voz Silenciosa
Texto: Inma Vinuesa
Narración: La Voz Silenciosa
A veces es mejor acabar que vivir con un fantasma.
ResponderEliminarBuen texto, Inma.
"La espalda que se hizo habitual en el desierto de cada noche"
ResponderEliminarEste párrafo es desgarrador, como todo tu relato. Me ha gustado mucho, lo que no me gusta nada,de nada es la gelatina...
Besicos
Qué bien nacen los textos cuando se arrancan las palabras desde lugares donde solo las manos del escritor alcanzan a escogerlas. Luego, queda la difícil labor de ponerlas en su sitio, y tú querida Inma, en eso, eres maestra. Enhorabuena porque no tiene fisuras: compacto y directo a los sentimientos. Me dejó temblando. Como gelatina
ResponderEliminarEfectivamente, temblando como gelatina me dejó, también a mí, este magnífico y gráfico relato.
ResponderEliminarTal y como debe sentirse la protagonista.
Aplausos, Inma.
Un saludo.
Gelatina que costará para volver a coger forma.
ResponderEliminarMe gustó, Inma, besos.
Un texto que habla de un recorrido, el de la evolución de una escritora con sello propio y sólido, todo menos gelatinoso, con esos textos preciosistas lleno de matices, colores y sensualidad que nos envuelve para finalmente sorprendernos a bocajarro.
ResponderEliminarEnhorabuena
Ah, el desamor!!!!
ResponderEliminarImágenes poderosas para los sentimientos más desgarrados.
Fantástico!
Gracias a todos y a la voz que lo ha leído de forma exquisita. Muchísimas gracias.
ResponderEliminarCuando aparece el desamor, nuestro mundo se tambalea.
ResponderEliminarQué buena imagen esta de la gelatina, temblorosa, insegura, con ese punto de solidez que presagia que pronto todo se habrá licuado.
Me encanta, Inma, sobre todo, el final.
Me ha gustado mucho. Impresionante la manera como describes el desamor.
ResponderEliminarBesos
Duele más,de seguro ver esa espalda,cada noche.y el desierto,me llegó duro..!!que bien que que se fué!!
ResponderEliminarFelicidades,y relatado estupendamente como siempre
Hay vacíos tan cercanos físicamente y tan lejanos emocionalmente...
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