25 marzo, 2012

Nube blanca


Doña Dorila era tremenda, tremenda como su nombre.

Vestía de negro quizás para disimular ese inmenso cuerpo que llenaba todo el aula, o tal vez como complemento a una imagen descuidada y poco femenina.


Todas las mañanas su pelo canoso se teñía de azul. En los momentos de concentración la punta del bolígrafo rascaba su cabeza, paréntesis silenciosos y fríos que buscaban la mejor fórmula para que la física entrara en nuestras tozudas cabezas de una manera suave y atractiva.


A Doña Dorila le encantaba la tiza, la fumaba hasta blanquear sus labios, consiguiendo que su, ya tétrica cara, nos atemorizara aún más. Pero toda la tensión que generaba su estampa vampírica desaparecía cuando agitaba y golpeaba el borrador contra el filo de la pizarra, tan fuerte que se difuminaba detrás de una inmensa nube blanca. Martilleaba el marco hasta

que el polvo denso se incrustaba en su garganta y lanzaba un aullido ronco por sus fauces de oso polar, provocando una gran carcajada que encolerizaba su rostro imperturbable.

Parecía que vivía en el aula, que ese era su único espacio, siempre estaba allí. No cambiaba de ropa, ni de peinado, ni siquiera envejecía, ni rejuvenecía, nada, era ella, sólo ella envuelta en su nube de tiza, subida en su tarima desgastada y húmeda.


Nadie imaginó nunca que pudiera desaparecer, que un día Doña Dorila no estuviera en clase de física. Era imposible pensar que su olor a descuido no impregnara el aula, que su bolígrafo bic no rascara su pelo enmarañado, que su nube de polvo desapareciera. Era totalmente imposible, pero ocurrió, Doña Dorila se escapó volando en su enorme nube de polvo blanco para ocupar un rincón muy lejano y diferente.

Texto: Inma Vinuesa
Narración: Susana Santamarina

10 comentarios:

  1. Sin duda hay personajes que no se conciben fuera de ciertos espacios. Excelente final.

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  2. Cuántas veces han pasado por nuestras vidas, personajes que dejan marcas, muescas como los imperecederos surcos hechos a raspones en los bancos de un parque. Luego vuelven porque nunca se han ido, porque viven en los recuerdos. Tú, Inma, la has traído con todo su esplendor y Susana le ha dado alma. Enhorabuena a las dos por este hermoso relato.

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  3. Extraordinario retrato el de Dorita, tan real y tan poético al mismo tiempo (la imagen final es genial).
    Nuria R.G.

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  4. Espléndido relato lleno de poesía y de magia. Me ha encantado. Un abrazo.

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  5. Precioso, Inma. Escucharé esta noche el relato recitado, pues aquí no puedo.
    Hay seres así, hay personas que parecen parte de los escenarios, como un decorado perenne y móvil, pero no, al final resulta que también se marchan.

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  6. Una excelente descripción, poética, que cuenta con detalle la dimensión que determinados personajes cobran en nuestra infancia.
    Yo conocí el ying y el yang en la educación, la monja estimulante y creativa y la que con su sola presencia me aterrorizaba.Luego, cuando de mayor visitas el colegio, el personaje en si y toda su parafernalia te parece tan ridículos, que te preguntas¿como demonios alguien tan diminuto te provocó tanto miedo? ...Creo que era su puesta en escena, que tan bien describes aquí.
    Felicitaciones Inma.

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  7. Todo un personaje. En cualquiera de las acepciones del término.
    Estupenda historia, magnífica personificación.
    Doña Dorila se ve, se palpa, se huele y nos hace toser con su nube blanca.
    Y la excelente narración de Susana, que se acopla a la perfección a la cadencia del texto.
    De lo mejorcito que hemos tenido girando por aquí.
    Chapeau, Inma.
    Gracias, Susana.

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  8. Muchísimas gracias a todos por vuestros comentarios, hace días que no paso por la esfera porque he estado malita, el trabajo de lectura se me acumula, pero antes que nada hay que ser agradecida. Un beso a todos y uno doble para Susana por poner su gran voz en mi relato. Eres grande.

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  9. Inma,leer tus escritos siempre es un placer. Consigues que mi voz vuele como Dorila en su nuve blanca.Gracias. Tu si que eres grande.

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  10. Me ha gustado mucho mucho, ha llegado conmoverme, es una bella historia. Y, encima, con la voz de Susana, crece aún más. Abrazos a las dos.

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