05 noviembre, 2012

El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde

Título: El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr Hyde
Título original: The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde
Autor: Robert Louis Stevenson
El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, es, además de uno de mis favoritos, otro libro de siempre jamás sobre el que quería hablaros. Sin embargo, tras releerlo, fui incapaz de escribir sobre él. Por Algún tiempo después, mientras leía HHhH de repente me vino una palabra a la boca: IMPUNIDAD

Cuando leí por primera vez este relato, mi sobrina, que era pequeña, me preguntaba sobre él ¿de que trataba esa historia? Más o menos le expliqué que todas las personas tenemos cosas buenas y malas y que están mezcladas dentro de nosotros pero que el doctor Jekyll había conseguido elaborar una pócima que al beberla le permitía separar ambas partes.
Resulta poco serio, pero no puedo evitar que
mientras estoy escribiendo, me venga a la cabeza la idea del colesterol “bueno” y “malo” y como el primero puede compensar y contrarrestar al segundo.

Adoptando la personalidad del señor Hyde, el doctor Jekyll puede permitirse cometer todo tipo de actos sin tener que poner en peligro su reputación ni estatus; algo realmente tentador ¿verdad? A medida que el primero de ellos va cometiendo tropelías, y aficionándose a ello, el doctor Jekyll es cada vez menos capaz de controlarlo. Lo único que frena a Hyde es el miedo a perder su libertad; no el hecho de haber obrado mal y sin motivo.

En su diario el doctor habla de unas sales que fueron el ingrediente clave para el “éxito” de su experimento. Estaba equivocado, el ingrediente en cuestión era la impunidad (según el D.R.A.E: falta de castigo). Cuando descubres que estás libre de responsabilidad por tus acciones; que no recibirás un castigo por lo que hayas hecho incorrectamente, es fácil dejarte ir un poco más lejos cada vez.

Estoy convencida de que todos albergamos un pequeño mister Hyde dentro de nosotros. Que siga ahí, pequeñito, y que no crezca y se vuelva más fuerte, depende en parte de nosotros mismos –nuestra educación, ideales- pero también de que sepamos que las malas acciones tienen su castigo. Han sido precisamente la irresponsabilidad, la permisividad, la pasividad… En resumen, es la impunidad la que nos ha llevado a la situación actual

Ya queramos interpretarlo como una alegoría sobre el bien y el mal, como una crítica de la hipocresía de la sociedad -la victoriana o la actual- o simplemente como un relato de misterio, os aseguro que disfrutaréis con su lectura.

4 comentarios:

  1. En el fondo es una de las bases de la educación: poner límites, significa que no todo se puede hacer, que no todo queda impune. Y tienes razón. Me parece que eso, saber que hacer tal o cual acción implica un castigo (y no sólo me refiero a lo punitivo del código penal, o los castigos a los hijos, sino a otro tipo de castigos también morales) es lo que impide que se cometan determinadas tropelías...
    Ahora bien, también lo podemos ver en sentido contrario; pero esto es otro debate, no el objeto de tu comentario.
    Me parece un comentario inteligente, una forma de renovar la mirada sobre uno de los clásicos.
    Más que interesante. Enhorabuena.

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  2. Un clásico literario y de las que existen muchas versiones cinematográficas. Cada vez que me topo con una de ellas me cautiva.

    Referente al debate "no todo se puede hacer" éste es muy amplio y no creo que sea el foro. Solo decir que en ocasiones el código penal establece penas para acciones intrascendente y deja impunes y con puertas de salida, a otras que merecerían otro tratamiento y otros castigos. Pero el código penal está redactado por personas, por lo cual es imperfecto.

    Aunque también podemos abrir otro debate sobre "no todo se puede hacer" y es aquellos logros conseguidos por osados y emprendedores que saltando la moral, la lógica y las leyes penales, físicas y de otro tipo, han logrado proezas, descubrimientos y arte. Pero éste es otro debate, sin duda.

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  3. Uno de mis clásicos favoritos. Sí, el bien y el mal en plena lucha de poderes. Cierto, los humanos no somos buenos por naturaleza, son los límites que nos imponen las leyes y el temor al castigo los que nos permiten socializarnos e introducirnos en la cultura. Así conseguimos a trancas y barrancas no sacarnos los ojos... aunque no siempre.

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  4. Amando FranCo planteáis una cuestión muy interesante pero, como bien decís, no es este el foro adecuado.
    Está claro -para mí, al menos- que no todo vale y que los límites son necesarios. También es cierto que ley y justicia no siempre van de la mano.
    En la linea de lo que comenta FranCo, precisamente este fin de semana volví a ver El ladrón de cadáveres -basada en el relato de Stevenson. Se plantea algo así: Robar cadáveres estaba penado por la ley e incluso muchos lo considerarían inmoral. Sin embargo, gracias a ello, los médicos podían estudiar la anatomía del cuerpo humano y hacer avances médicos que permitían salvar otras vidas.

    Angeles los humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor -Pero en general nosotros mismos nos controlamos a nosotros mismos.

    También es uno de mis clásicos favoritos y no me canso de recomendar su lectura.

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