23 junio, 2013

Guerra a la cultura subvencionada. “Señoritos privilegiados”

El Editorial del domingo.
Desde tiempos memorables existe una cultura de “señoritos privilegiados” subvencionados. Artistas que se han instalado en una burbuja del privilegio que para nada justifican el gasto y el esfuerzo en inversión que se hace en ellos. En la taquilla no se refleja.

A estos artistas les han custodiado siempre los políticos. A estos malos gestores, alguien les dijo que es muy cool mantener una orquesta sinfónica al coste que fuera. Y que no importaba dilapidar todo su presupuesto de cultura en esa partida. Aunque para el resto de manifestaciones artísticas no quedase nada.

Este editorial viene inspirado en la entrada que hace Miguel Ángel Brito en su blog, que titula Melodía de lágrimas, y en el que reflexiona sobre la disolución de la orquesta Nacional del gobierno de Grecia. Un vídeo muy efectista, que centra su foco en el llanto de una de sus violinistas. Y por el cual yo me pregunto si llora por la pérdida de su sueldo, o por amor a la música. Tengo una teoría y es muy poco popular. 




En este punto del artículo, estoy seguro que me he buscado muchos enemigos y detractores. Y más ahora, que casi la totalidad de las orquestas están en lucha con los recortes del gobierno.

Por circunstancias, he tenido de primera mano, por amistad con algunos de sus componentes, información y datos de la orquesta sinfónica de mi ciudad. Y siempre me ha puesto de uñas. Algunos presumían, y con guasa, de trabajar solo dos días a la semana, y solamente cuatro horas. Todo eran exigencias: plazas de garaje en el punto de ensayo, dietas y complementos a parte de unos sueldos sobresalientes. Cada actuación, fuera de programa, le costaba al heraldo público un riñón. Una orquesta que pagaba por realizar actuaciones en otros lugares del mundo. Sí, han leído bien. Pagaban por

actuar en otras ciudades. Desplazamiento, estancia, promoción, recinto de actuación, etc. Todo, con el fin de vendernos que teníamos una orquesta de primer nivel. Una orquesta que actuaba en los principales recintos culturales del mundo. Llevaban un periodista oficial, que realizaba las crónicas “Gran éxito de...” y las remitía a los diarios locales y regionales, que evidentemente publicaban. Era cultura y una noticia. Y nosotros, los ciudadanos, tan contentos con una orquesta reconocida internacionalmente. ¿Imaginan ustedes contratar a un pintor que te pinte tu casa y encima te pague por ello? Éste era el caso.

Posiblemente me siga ganando enemigos, pero 

¿saben ustedes cual es el sueldo de un director de orquesta? 
Siempre ha sido un tema hermético. Los directores de orquesta, es el lujo más caro de la cultura subvencionada que seguimos manteniendo. El sueldo medio anual de un director de orquesta sinfónica es de 150.000 euros. Este importe no sería problema, si a eso no le sumamos que algunos cobran cada vez que dirigen un concierto aproximadamente 12.000 euros y casi siempre merodea los 25.000. Sin hablar de extras y complementos, como el alquiler de un piso. Habitualmente estos directores cobran cinco veces por encima que los presidentes de una comunidad. Por ejemplo el caso de Pedro Halffter, director artístico de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, casi cinco veces más que el salario del presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán en el 2011.

Algunos datos de la música clásica:

  • Pareja de oro: Maazel-Mehta le costó a Valencia siete millones de euros en un trienio.
  • Trío de ases: Muti, Abbado y Barenboim rara vez dirigen por menos de 50.000 euros un concierto.
  • Lang Lang se ha puesto en cabeza de los solistas mejor pagados. No menos de 50.000 euros por actuación.
  • España, Italia y Grecia son los países que más pagan a los directores invitados.
  • El tenor Juan Diego Flórez ha llegado a cobrar 100.000 euros en España por un recital.
Como anécdota decir que a Jesús López Cobo, por cada función que dirige en el teatro Real de Madrid, le han apodado "¡Jesús, Loque Cobro!"

La mayoría de las orquesta sinfónicas de ciudades medianas en España se llevan del presupuesto entre 3 y 4 millones de euros. Y realizan una media entre 25 y 30 conciertos al año.

Las cuentas de 2010 de la Sinfónica de Navarra reflejan que la Orquesta recibió más dinero que nunca (5,7 millones de subvenciones). Y la Sinfónica de Euskadi, con 90 músicos, tenía ese año un presupuesto superior, de 9,3 millones, de los que el gasto en personal es de 6,5 millones. Ya pueden calcular sus retribuciones.

Otro dato del amor de estos artistas a la música: La ROSS, Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, con el tema de los recortes ha preferido recortar en actuaciones y mantener sus salarios. Por ello, al principio de este artículo, me preguntaba si las lágrimas de la violinista, eran por su amor a la orquesta y a la música, o a su sueldo.

Quedan tantas cosas en el aire... ¿Vale la pena seguir privilegiando de esta forma tan desproporcionada a esta élite de la cultura? ¿El resto de los creadores y artistas son de segunda división para los políticos? ¿Las subvenciones hacen que los artistas se duerman? ¿Cuántas cosas se pueden hacer en una pequeña ciudad con 3 millones de euros?

Leer: Directores de orquesta, el lujo más caro de la cultura subvencionada.

Hasta el próximo domingo.
Artículo: Francisco Concepción 

7 comentarios:

  1. Muy interesante la entrada, aunque es importante que se pongan fuentes donde se puedan comprobar las cantidades que se indican.
    Un saludo.

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  2. Me he quedado con la boca abierta!!!

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  3. Yo tenía entendido que a los músicos les pagan poco, que se tienen que buscar la vida dando clases particulares por ahí para completar el sueldo, y que se tienen que buscar la vida para ensayar, y eso dicho por gente cercana a los músicos, me refiero a los de la OST (la de Tenerife). No sé, puede que los grandes cobren esas fortunas, pero no creo que los pequeños las reciban.

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  4. Mikel, al final del artículo hay información adicional. Tambien navegando por internet encontrarás datos sobre las orquestas.

    Ángeles, es evidente que existe poca transparencia y desinformación sobre el gasto en las orquestas sinfónicas. Aún con todos los privilegios con el que han contado, siempre se quejaban. Todo se le hacía poco.

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  5. La cuestión es peliaguda, pues se mezclan diferentes aspectos, algunos son verdades como puños o como catedrales que sólo sirven para demostrar que hay multitud de arribistas que se han hecho de oro a costa de la música clásica, porque, efectivamente, una cosa es mantener una orquesta, y otra muy distinta es que una orquesta —supongo que unos más que otros o unas más que otras— tengan sueldos que en el mejor de los casos duplican sueldos que serían considerados muy buenos por la mayoría. Dividir es sencillo. Aunque también hay que decir que las horas que un músico dedica a las partituras que se ponen sobre un escenario no son únicamente las de los ensayos previos. También hay mucho trabajo callado y escondido, difícil de cuantificar.
    Dicho lo anterior convendría matizar que los ejemplos que citas se corresponden a algunas de las cimas de la música clásica, es decir los más cotizados, los que tienen un caché determinado del que no se van a apear, salvo milagro —u otro tipo de beneficio quizá intangible, pero igualmente importantísimo para ellos—. Con esto quiero decir que, probablemente, la ‘culpa’ de sus cachés no es tanto suya, sino de quienes deciden pagar esas cantidades que duelen sólo con mirarlas. Sé que la comparación es improcedente, pero es lo mismo que sucede con las llamadas estrellas del deporte. Quiero decir que ha de valorarse hasta dónde importa invertir más dinero en traer a los mejores o repartir esas cantidades para promocionar un mayor número de manifestaciones artísticas. Porque algo está claro, ninguno de los que ha citado bajará sus emolumentos, pues sabe que si no actúa en Segovia —por ejemplo— lo hará en otro lugar, lo cual le importa más bien poco, por no decir nada. Los profesionales —como sucede con los arquitectos y a nadie le extraña esto— viven de su trabajo; algunos muy bien, pero es lo que hay. Otra cosa distinta es que quien paga lo haga con su dinero, o lo haga como administrador del dinero de otros. Aquí entramos en el juego de los políticos, los gestores y los que entienden la cultura como un negocio que, como bien sabes, no sólo se mide con el resultado de una taquilla, sino que tiene otra serie de repercusiones menos mensurables pero que también están ahí. O eso dicen. Pero visto desde otro ángulo, ¿sólo los que tienen mucho, pueden disfrutar de los mejores? Quizá la respuesta sea afirmativa, como siempre ha sucedido a lo largo de la historia. Quizá el ser humano no tenga remedio. Quien más tiene, más disfruta
    Peor me parece aún lo que está sucediendo en el entorno de estas manifestaciones, me refiero a los sueldos de los gestores de orquestas, museos de arte contemporáneo, organizadores de semanas culturales, etcétera. Los músicos, directores de orquesta, pintores, escultores, etc., muestran su trabajo, pero los otros… Y ríete de algunos sueldos. Como pasa en todo lo relacionado con la economía —y al final de economía estamos hablando, mal que nos pese—, son los intermediarios quienes se llevan la gran tajada, y quienes consiguen que el valor verdadero de las cosas lleve adherido al precio que se paga por ellas tantas excrecencias que nada tienen que ver con la cultura. (sigo)

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  6. Para finalizar, entresaco unas líneas del artículo que Carlos Aganzo, director del Norte de Castilla, firmó el pasado sábado en el suplemento cultural de su periódico, “La sombra del ciprés”. En el artículo comenta la nueva obra de teatro del gran José Luis Alonso de Santos, titulada “La Semana cultural” que edita "EL PARNASILLO" donde se habla de cómo la política corrompe la cultura. Escribe Aganzo:
    “Alonso de Santos llama en esta obra la atención sobre el mal uso que hace nuestra sociedad del que quizá sea uno de sus bienes más preciados: la cultura. Una cultura que se corrompe desde la raíz en el mismo momento en que celebra su maridaje con el mundo de la política de los intereses creados (…) De cómo cualquier sentido verdadero de la cultura se pudre al contacto con los vicios del poder y cómo el poder ha utilizado y utiliza en nuestro tiempo la cultura como herramienta de manipulación, habla esta obra”
    (Carlos Aganzo, La sombra del ciprés, suplemento cultural de El Norte de Castilla. 22-06-2013. Pág 2)

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  7. Amando, creo que todos sacamos la misma conclusión. La cultura tiene que estar al margen de los políticos.
    Y creo que por extensión la cultura que vive de las subvenciones se aburguesa.

    Este fin de semana asistí en San Cristóbal de La Laguna a la celebración de El Día de la Música. Había de forma gratuita más de 10 conciertos casi en simultáneo. Los artistas actuaban de forma voluntaria. Resultado: Un éxito. Calidad, amor a la música y cada escenario abarrotado de espectadores.
    Nada más que decir.

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