20 julio, 2013

La descripción en la narración literaria

La descripción en la narración literaria no recibe, en demasiadas ocasiones, la importancia que merece. Muchos autores se centran casi exclusivamente en otros aspectos y pasan por alto la verdadera importancia que tiene en el conjunto de la historia narrada.
La descripción en la narración literaria debe ser cuidada al máximo
La descripción en la narración literaria debe ser cuidada al máximo
La descripción no debe considerarse, en absoluto, un elemento aislado dentro del conjunto, antes al contrario, las descripciones pueden ser determinantes para marcar la atmósfera y el ritmo de la narración, convirtiéndose en el telón de fondo ante el cuál transcurre la acción de la narración.
La descripción debe ser suficiente pero comedida. Según André Malraux "cuanto mas largas son las descripciones menos «ve» el lector". Debe aportarse en la descripción toda la información necesaria que contribuya al flujo normal de la acción pretendida, todos los elementos descritos que puedan ser eliminados sin que la información contenida en la descripción varíe, mengüe o se distorsione, podrían ser eliminados sin más. Es seguro que, en este aspecto, Galdós tenía otras intenciones bien distintas.

La descripción en la narración literaria debe ser cuidada al máximo

De todos los elementos que
pueden venir a la imaginación del escritor cuando está describiendo, tan solo habrá de tomar aquellos que aporten algo de valor a la narración, o a la comprensión y disfrute de ésta por parte del lector. La riqueza de una descripción no reside en la cantidad de detalles que se aporten, sino en la pertinencia de cada uno de esos detalles. Una descripción al alcance de la capacidad descriptiva de cualquier persona que se proponga describir, no tiene muchas opciones de ser una descripción rica, y dado que el escritor es, por esencia, un observador avanzado, sus descripciones han de ser avanzadas. Por ejemplo, resaltando aquellos detalles poco corrientes de entre lo cotidiano, y aún resaltándolos de una manera especial.

En función de la voz elegida para narrar, la descripción podrá acceder o no a determinados puntos de vista sobre los elementos a describir. Mientras que una narración en primera persona queda circunscrita a los ojos del personaje y a sus sentimientos, una voz omnisciente cuenta, además de con este punto de vista para todos los personajes, con la posibilidad de una vista cenital, por decirlo de manera gráfica, del escenario en el que transcurre la acción, y hasta de los sentimientos más íntimos de sus personajes. 
La descripción en la narración literaria es un elemento fundamental tanto para la creación de la atmósfera como para el manejo de los tiempos de la acción, ya que nos permite introducir elementos aceleradores y retardantes de la misma, mediante el uso de simples adjetivos, por ejemplo, o mediante descripciones de transición o de introducción de nuevas situaciones o personajes.

Igualmente, la descripción puede ser utilizada para transmitir al lector el estado de ánimo o incluso la personalidad de los distintos personajes. Un mismo elemento concreto, un mismo río por ejemplo, puede ser referido por distintos personajes como profundo, pero también como relajante. Ambos puntos de vista enriquecen la imagen transmitida al lector, sin transmitirle nada superfluo que entorpezca o retarde su comprensión del conjunto.

Describir es ambientar, informar, detallar, trazar, pormenorizar, delinear, delimitar, decorar, matizar, sazonar, definir, referir, ubicar, reseñar, relacionar, descubrir..., describir es hacer ver sin explicar.

El escritor en su Esfera
La descripción en la narración literaria.
Artículo: Victor J. Sanz

3 comentarios:

  1. Mi opinión es que las descripciones deben, en una novela, ser sutiles. El lector tienen que poner de su parte y crear su propia novela, sus propios escenarios y personajes.

    Existen descripciones, en algunas novelas, que las convierten en verdaderos tostones. Y sobre todo si están mal escritas.

    Siempre se ha dicho que las descripciones son para manchar más páginas. Relleno. No deben de aparecer de forma gratuita. Como lector y como escritores debemos de preguntarnos siempre si aportan algo. Si las suprimimos y no afecta a la novela, es mejor suprimirlas.

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  2. Hace falta equilibrio. Yo he leído verdaderos tochos repletos de descripciones que aunque parezcan inútiles en un principio al final cumplen una función fundamental. Ahora mismo me viene a la cabeza "La montaña mágica" de Thomas Mann: tardé meses en leerlo, pero al final tenía la sensación de haber estado en aquellas montañas, ingresado en aquel sanatorio. Me conocía sus pasillos, sus habitaciones,... Estuve sentado en aquella especie de tumbona de madera envuelto en aquella manta. Uno de los mejores ejercicios descriptivos que he leído.

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  3. Estoy básicamente de acuerdo con lo planteado, tanto por Víctor como por FranCo y Miguel Ángel.
    Mi pregunta es: ¿quién puede asegurar hasta dónde es significativo y hasta dónde "relleno"?.
    Como en todo, hay extremos: desde la sutileza y parquedad extrema hasta la prolija irrelevancia. Estos casos son fáciles de detectar. Sobre todo si, como apunta FranCo, está mal escrito (bueno, si un libro está mal escrito y encima tiene descripciones infinitas, mejor cortarse las venas), pero ¡qué distinto es cuando el escritor es un maestro!
    A Miguel le viene a la cabeza La montaña mágica. A mí, El señor de los anillos.
    A veces tuve que saltarme algún guijarro en los recodos sinuosos del camino que llevaban a Mordor, de pura desesperación, pero ¿cómo olvidar el ascenso al Caradhrás o el inconmensurable Abismo de Helm? ¿Cómo despreciar los detalles de los rasgos de los orcos o los movimientos de Gollum?
    Como siempre, mi conclusión es que la diferencia estriba en el ojo y la mano del autor y en la mirada del lector. Un buen autor sabrá cómo presentarnos un escenario y unos personajes con los detalles pertinentes, ni más, ni menos. Un buen lector sabrá escoger el tipo de autor que se ajusta a su sistema digestivo.
    Personalmente, sigo pensando que en literatura, como en casi todo, menos es más. Pero sospecho que lo que para mí es menos, para FranCo es demasiado. Esa es la grandeza de la sujetividad.
    Magnífica entrada, Víctor. Gracias.

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