06 julio, 2013

Reescribir, reescribir, reescribir

Ya hemos escrito la palabra fin, pero no hemos terminado nuestro texto, ni mucho menos. Para muchos incluso, es en ese momento cuando da comienzo la tarea más dura y más larga de la escritura: REESCRIBIR. Pero ¿hasta dónde debe llegar la tarea de reescritura de un texto?, ¿es la reescritura un camino a la perfección?, ¿es acaso, un camino en círculos por la imperfección?

Reescribir a veces puede llegar
convertirse en una obsesión
El periodista y escritor Javier Sierra comentaba en una ocasión que cada vez que terminaba un texto lo dejaba dormir durante un tiempo en un cajón, para luego volver a leerlo y trabajar sobre él con ojos nuevos. Tomar esa distancia con el texto propio permite al escritor, entre otras cosas, ver florecer esos errores, en ocasiones banales, que durante la escritura y aún en una primera lectura escapan a un ojo, por lo demás, entrenado y dedicado a otros fines de mayor envergadura.



¿Hasta dónde se puede o se debe reescribir una novela?

En términos generales, es recomendable observar algunos puntos esenciales en la siempre difícil valoración objetiva del texto propio:

ARMONÍA DE CONJUNTO
Realizar una lectura completa, sin parase a realizar análisis demasiado concienzudos sobre aspectos técnicos o formales. Analizando el conjunto, la unidad, sólo así nos podremos hacer una idea de lo que realmente llegará al lector. De este análisis debe resultar visible una armonía entre las distintas partes y componentes que forman la obra; entre sus unidades de acción, entre sus personajes, incluso entre los propios párrafos de un mismo capítulo, sin ir más lejos.

OBJETIVOS
Identificar y extractar del texto los principales elementos que en su día nos movieron, comprobando así si realmente están todos y en la misma forma que pretendíamos o si, por contra, no hemos sido capaces de plasmarlos adecuadamente o no resultan visibles como lo eran en la fase inicial.

CONCRECIÓN
Evitar digresiones que no sean absolutamente imprescindibles, esto es, evitar aquellas que no sean completamente funcionales. En este análisis nos toparemos con fragmentos que pueden ser eliminados sin más, sin que se vea afectada ni la imagen de conjunto de la obra, ni su mensaje, ni su calidad. Por lo general, escribir de más sobre una misma idea no contribuye a aclararla, sino a desgastarla, pero escribir de menos, tampoco resulta útil ni apropiado. Es preciso buscar el no siempre fácil término medio.

RITMO
El texto debe tener un ritmo casi musical que acompañe al lector durante la historia narrada. Llevado a la unidad mínima, el ritmo de una frase puede ser cambiado radicalmente por tan solo una coma, dice Oscar Wilde: «Me pasé toda la mañana corrigiendo las pruebas de uno de mis poemas, y quité una coma. Por la tarde, volví a ponerla». A este ritmo contribuye, naturalmente, la buena elección de las palabras, labor que requiere exactitudpertinencia y coherencia. Como dice Guy de Maupassant, con respecto de la exactitud: «Cualquiera que sea la cosa que se quiere decir, solo hay una palabra para expresarla, un verbo para animarla y una adjetivo para calificarla». Con respecto de la pertinencia, parece obvio que las palabras elegidas tienen que resultar apropiadas al contexto, al personaje que la está pronunciando o a la situación que se está describiendo, algo que no siempre resulta tan fácil como pudiera parecer. Dice Pablo Neruda: «Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció...». Con respecto a la coherencia, las palabras utilizadas deben formar una perfecta asociación con el personaje que las pronuncie si es un diálogo o con la situación si es una descripción. Además, esas palabras deben resultar coherentes en el conjunto, primero de la unidad de acción y luego de toda la obra.

Además, como es natural, un texto terminado deberá ser sometido, para estar realmente terminado, a otro tipo de revisiones, como son la ortográfica, léxica o sintáctica. Estos análisis, por desgracia, son muchas veces realizados con ligereza, cuando no directamente menospreciados.

El escritor en su EsferaReescribir, reescribir, reescribir.
Artículo: Victor J. Sanz

13 comentarios:

  1. Hola ¿qué tal? Soy María Adela y hace poco retomé mi afición por escribir. Siempre escribí para mí y no conservaba nada; ahora me arrepiento un poco de no tener todos esos escritos para releerlos, reescribirlos y compartirlos... pero bueno son cosas que pasan.
    Lo que si es verdad es que a veces escribimos a borbotones y no cuidamos ciertos aspectos. Gracias por estos consejos.
    Un saludo

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  2. Gracias, Adela por tu visita.

    Te animo a que nos envíes algún texto que escribas para valorar su posible publicación.

    Recibe un cordial saludo.

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  3. Bienvenida, Adela.
    Ya que has retomado el gusto por escribir, seguro que te encontrarás cómoda rodando en nuestra Esfera.
    Y seguro que las reflexiones sobre cómo escribir que nos regala Víctor te serán de muchísima utilidad.

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  4. Víctor, considero que la reflexión que haces sobre la reescritura de un texto (o un libro) es muy pertinente.
    Yo solo añadiría algo: corregir no es igual que reescribir.
    Corregir es imprescindible. No creo que haya un solo autor por magistral que sea, al que no se le cuele un gazapo o encuentre una forma mejor de expresar algo.
    Ahora bien, reescribir es más complejo, según lo entiendo yo. Es algo que va más allá de ver la pertinencia o no de un párrafo o una frase o una palabra: es dar un giro importante a algo que no encaja.
    Según lo veo, se puede reescribir algún pasaje, eliminar algo o añadir cualquier cosa que falta, pero si tienes que reescribir mucho, mejor empieza otro libro, porque el que estabas escribiendo es fallido y siempre se le notarán los costurones.
    Igual es que soy una perezosa y reescribir se me antoja un mundo. Reconoco que corregir es para mí la tarea más ingrata y que solo realizo con el látigo de 7 puntas de la fuerza de voluntad dándome fuerte en la espalda, pero creo sinceramente que tener que reescribir algo en profundidad es signo de que lo escrito se merece el descanso eterno.
    Como siempre, Víctor, chapeau por tu artículo!

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  5. Hola Ana, muchas gracias por la matización, evidente y necesaria.

    Cierto, muy cierto es que si un texto necesita mucha cirugía, tal vez se nos muera en la mesa de operaciones. Hay un límite más allá del cuál, replanteárselo.

    Muchas gracias por tu aportación, siempre interesante y siempre enriquecedora.

    Saludos.

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  6. Me ha gustado mucho tu entrada, Víctor. Totalmente de acuerdo, especialmente en la reescritura y búsqueda de la palabra exacta (cosa harto difícil en nuestro idioma tan rico) Tarea fundamental la de dejar que repose lo escrito hasta el punto de no reconocerlo.
    Las revisiones ortográficas se han dejado en manos del corrector informático y así nos va.
    Repito, muy interesante y docente.
    Besos, palabra precisa. ^^

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  7. Estoy de acuerdo con los anteriores comentarios. Imprescindible que la obra repose para tomar cierta distancia y ser capaces de encontrarle los posibles defectos y si hay que reescribir mucho... Las correcciones hechas por máquinas son pésimas. Yo considero además que siempre, siempre, encontraremos algo que pulir y llega un momento en que hay que darse por satisfecho o se convertirá en algo interminable y tan tedioso que puede acabar con la obra en la papelera o en un cajón quizá injustamente. Equilibrio.

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  8. Hola Isolda, muchas gracias por tu participación.

    En cuanto a las revisiones ortográficas, soy partidario de leer y releer, siempre se pueden descubrir cosas que el software pasa por alto.

    Saludos

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  9. Hola Vega, como decía puede llegar a convertirse en una obsesión y, redundando en lo que apuntaba Ana, hay que buscar ese término medio entre la necesaria corrección y el reseteo de toda la obra.

    Saludos y gracias por participar.

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  10. Cuando escribo, jamás pienso que el texto esté completamente pulido. Lo releo y algo cambio. Vuelvo a releer y lo vuelvo a cambiar. Así podría ser hasta el infinito. Trato siempre de dejarlo reposar. Pero jamás quedo conforme. ¿Obsesión?

    Pulir, corregir, o reescribir es una tarea tediosa. Ingrata, aburrida, pero es fundamental y necesaria.

    Pero creo, que igual que los muebles, que existen rústicos, en ocasiones algún texto requiere ese tipo de rusticidad. Que le dé esa voz de inmediatez, de pensamiento a latigazos.

    Esta entrada, Victor, da para mucho debate.
    Gracias

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  11. Hola Francisco, a mí me pasa igual y cuando se trata de uno mismo es difícil de calificar pero, créeme, se llama obsesión, a partir de la corrección o relectura "n" se puede llamar obsesión sin temor a equivocarse demasiado. Ahora lo veo más claro.

    Me gusta esa imagen de la rusticidad y el pensamiento a latigazos.

    Largo debate, ya lo creo.

    Gracias a ti.

    Saludos.

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  12. Es curioso, la entreada de mi diario que publicaré esta noche y que se corresponde con el sábado, me parece, tiene que ver con el asunto este de la rescritura. (En concreto ahí hablo sobre un poema que me está trayendo un poco de cabeza).
    Estoy de acuerdo en lo que dices, con la matización que hace Ana J diferenciando entre corrección y rescritura.

    En una ocasión, hace ya muchísimos años, tuve que rescribir de arriba a abajo una novela ("Fin de trayecto", que luego publiqué en el blog "Euritmia en la red", como algunos saben). Fue una de las tareas más duras que he acometido como escritor; pero, al final, mereció la pena, creo. La rescritura no significa demolición, o demolición total al menos, pero el trabajo se hace mucho más complicado que empezando desde cero.

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  13. Hola Amando, muy pertinente la observación de Ana, no cabe duda.

    Sobre el verdadero significado de la reescritura supongo que depende de muchos factores y no resultaría fácil formular una sentencia válida ni en lo general.

    Coincido contigo en que efectivamente, el trabajo es mucho mayor reescribiendo que recomenzando...

    Saludos y gracias por participar

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