Javier Sachez García, finalista del Premio Internacional Novela Corta La Esfera |
Pero lo que verdaderamente nos importa es conocer más sobre su séptima novela "Anatomía interna de las moscas" con la que ha obtenido una nueva distinción en su faceta de escritor, la de finalista en el Premio Internacional de Novela Corta La Esfera 2104.
“Anatomía interna de las moscas”, es una novela que retrata las miserias de la postguerra, ¿cómo se te ocurrió la idea de escribir una historia que tiene como fondo la vida de un verdugo?
Leí un artículo sobre uno de los
últimos verdugos españoles y aquellas líneas me zarandearon. Es,
desde luego, un tema insondable. Yo quería conocer los mares por los
que navega la mente de un verdugo antes de ejecutar a un ser humano y
me interesaba, ante todo, retratar los últimos días de los
individuos(abogado, ejecutor, ejecutado) que intervienen en un hecho
tan incomparable como es el acto de asesinar legalmente a una
persona.
Define en menos de cinco palabras
“Anatomía interna de las moscas”
La miseria moral asumida.
¿Has necesitado mucho trabajo de
documentación para escribir esta novela?, lo digo porque retratas
muy bien las desgracias de los años 50, y Evaristo despide un tufo
asqueroso y morboso, que parece propio de su oficio.
No demasiado. Tras leer el artículo
volví a ver el documental “Queridísimos verdugos”, de Martín
Patino y me pareció absolutamente sobrecogedor. El documental se
basa en el libro “Los verdugos españoles”, de Daniel Sueiro,
pero éste no quise leerlo. Prefería tener una idea previa general y
desarrollar un perfil del verdugo, basado exclusivamente en el
impacto que me provocó el documental. Yo contemplaba en la pantalla
las opiniones y los gestos de aquellos verdugos (los tres últimos
ejecutores de sentencia en España) y me preguntaba: ¿A quién
elegiría yo si me dieran la posibilidad…? Es un documental que
inquieta. No volveré a verlo.
En la novela siempre se habla de un
maletín, ¿por qué nunca se emplea la expresión “garrote vil”
para denominar la herramienta del verdugo?
Quería jugar un poco con la opinión
de la gente. He procurado al inicio silenciar la profesión del
individuo para que el lector/a elucubre y vaya hilando una impresión
del ejecutor. Me parecía más simbólico decir “Dejó el maletín
de cuero, en cuyo interior crujieron los hierros”. Hablar de
garrote vil era demasiado directo, demasiado obsceno.
Este ejecutor de sentencias, como se
autodenomina el propio Evaristo, es un personaje lleno de dudas, sin
embargo, en el relato no hay ni ápice de clemencia hacia él, cuando
en realidad se trata de una víctima más de la España de la
postguerra.
Sí. Es una víctima, sin duda. La
miseria engendra víctimas a gran velocidad. Evaristo resume el
concepto víctima pues sus circunstancias reman en su contra desde
que nace: Familia paupérrima, Postguerra, alcoholismo, sociedad
traumatizada, Guerra en Rusia…
Exceptuando a los altos gerifaltes y a
los aprovechados del sistema, ¿Quién no era víctima en los 50?
Pero considero al verdugo un símbolo, un pequeño resumen, una
mixtura de la moral dominante en la época (de la que aún no nos
hemos logrado desvestir), en la que se mezclaba la religiosidad
supersticiosa junto al sepulcro blanqueado, la bipolaridad
ganadores-perdedores, el raquitismo de la ética, la inercia
decadente en la Historia del país y esa tendencia a la venganza ruin
que anida bajo la piel de los días sin futuro.
Todos los protagonistas de la novela
son víctimas del Sistema, de una Superestructura que engendró una
indigencia secular y promocionó azules divisiones a Rusia.
¿Eres un autor que considera más
interesantes los personajes perdedores?
Claro. La atracción por los
perdedores, por los fracasados, va adherida a la historia de nuestra
literatura: El Quijote, El Buscón, El Lazarillo, El Pedro de Tiempo
de Silencio. Los ganadores se definen por sus hazañas, los
perdedores se definen por lo cotidiano.
La historia de este perdedor es como
una pequeña historia de la España desfavorecida, que por otra
parte, era la definición de la inmensa mayoría. ¿Qué sentimos más
cercano?
Hay una película española
extraordinaria: Los Santos Inocentes, de Mario Camus, que se rodó en
mi tierra, Extremadura. Esa peli es, estrictamente, la historia de
los perdedores. Por cierto, en la película “Los Santos Inocentes”
trabajó uno de mis hermanos, Juan Sachez, en el papel de Quirce, el
hijo mayor de la familia protagonista.
¿Puedes contar un poco más por la
elección de “Anatomía interna de las moscas” como título para
tu novela?
Todos hemos contemplado el trajinar de
las moscas en verano sobre una mesa o en una pared. Si alguien
aplasta una, sus compañeras no varían sus hábitos ni la rutina de
sus movimientos. Deambulan al lado del cadáver, impertérritas.
Eso, exactamente, ocurría en este
país. Un ejecutado era una mosca destripada que a nadie llamaba
demasiado la atención.
A catorce kilómetros de España hay un
continente donde matan diariamente a cientos de personas y yo me
enfado porque olvido el número pin de mi móvil.
El autor en su biblioteca con un ejemplar antiguo primera edición |
Visitando tu blog “carámbano”,
aparece una colección de libros que son primeras ediciones, además
de manuscritos y firmas de autores, ¿cuánto tiempo llevas con esta
afición?
Desde pequeño he sentido fascinación
por los libros antiguos y por las librerías en general. Con el
tiempo, adquirí la burguesa costumbre de comprar mis libros
preferidos buscando sus primeras ediciones: La Voluntad, Camino de
perfección, El Aleph, Tiempo de Silencio, Sonata de primavera…
Es un fetichismo como otro cualquiera.
¿Cuáles son tus autores preferidos, y
crees que tu literatura puede ser deudora de alguno de ellos?
Es imposible enumerar. Puedo citar a
los escritores rusos del último siglo y medio, Turgueniev, Andreiev,
Lermontov, Solzhenitsyn, Tolstoi y, sobre todo, Isaak Babel; También
los poetas españoles del siglo XX; Las novelas de Dickens, los
versos de Cirlot y los cuentos de Borges. Siempre regreso a Borges.
También siento fascinación por la novela Tiempo de Silencio, de
Martín-Santos. Es una obra sin parangón.
Sobre si mis escritos son deudores de
mis autores, no lo sé. Supongo que sí. Suelo leer obras de
escritores muertos, no sé la razón, pero creo que eso influye en mi
forma de escribir.
Pero sí que hay autores que me empujan
a escribir después de haber leído sus obras. Los citados Borges y
Martín-Santos, por ejemplo.
¿Qué ventajas y desventajas tiene
para ti la novela corta? ¿Lo consideras un género menor?
No es un género menor, en absoluto. No
encuentro gran diferencia entre novelas cortas y obras de más
amplitud. No creo que el número de páginas guarde relación con la
historia que uno quiere contar. En mi opinión, escribir un relato
corto requiere más técnica narrativa que una novela de 200 páginas
pues exige precisión, descripciones ajustadas, personajes bien
definidos en menos espacio, estructura equilibrada y eliminación de
lo superfluo. Escribir relatos cortos de calidad (los rusos son, en
mi opinión, los grandes maestros) es todo un oficio.
¿Tu novela nació como novela corta o
sufrió algún ajuste para cumplir las bases de la convocatoria
Premio Internacional de Novela Corta La Esfera?
No. Es la extensión que suelo
necesitar para escribir una obra. He publicado siete novelas y cinco
de ellas pueden considerarse novelas cortas.
El protagonista, Evaristo, tiene una
inclinación sexual que él mismo considera pecaminosa, la cual
aparentaba ser un filón para explotar en la novela pero quedó en
algo discreto. ¿Faltó espacio? ¿Cambio de rumbo? ¿Poco
interés?...
No me interesaba explotar el morbo. En
general, se suelen utilizar dos caminos cortos para que una obra
literaria(o una película) llame la atención del lector/a: El sexo y
la violencia. No quería perseverar en el detalle de sus
perversiones. Es un camino demasiado fácil. He preferido bosquejarlo
y definir mejor el perfil complejo que citábamos antes (moral,
hábitos. Superstición, sentido de culpa…).
Literariamente y en cuestión de
creación en que andas metido actualmente.
Pues terminé hace unos meses un relato
(novela corta, diríamos) y ahora estoy escribiendo una novela sobre
la actual supervivencia de la gente, del paisanaje, en un barrio
atormentado por los fondos buitre, el palpitar humano que resiste o
el demonio de la desesperanza. Que haya gente que pierda su casa
porque un Fondo de Inversión se ha quedado con el inmueble es algo
que me hace afilar las uñas. Los verdugos no han desaparecido.
Reverberan. Se especializan. Creo que tenemos nuevos verdugos, más
pulcros, más snobs, más ambiciosos y que ejecutan rítmicamente sin
necesidad de girar el garrote.
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