07 junio, 2015

Pirateo los libros porque son muy caros

He escuchado y leído en bastantes foros a personas justificar que se bajan libros o películas porque son muy caros. Y no son pocos los que ponen esta excusa. Algo que me tiene indignado.


Estoy pensando, cuando tenga ganas de dar un paseo en un descapotable robar un Porsche. O cuando me apetezca ir a pescar atunes robar un yate. Y tan “pancho” pondré la misma excusa. 

Las excusas que ponen muchas personas para piraterar contenidos en la red no se sostienen.

Sé que las comparaciones que he puesto podrán parecer muy extremas y demagogas, pero si lo analizamos fríamente no están muy desencaminadas.

A nadie se le obliga a leer un libro, tampoco a ver determinada película. Y que yo sepa, tampoco es una necesidad básica leer o visionar determinado título de libro o película. No estamos hablando de comida, ni de oxígeno, ni de algo vital. No me vale la excusa de que es cultura y que ésta tiene que estar al alcance de todos. Vivimos en una sociedad de libre mercado y las editoriales, los productores y los cines pueden establecer libremente el precio de sus productos, sin que éste sea una excusa para que se les robe. Nunca he visto a nadie asaltando concesionarios de Mercedes, Porsche o establecimientos de Carolina Herrera para robarles por ser o considerar alguien sus marcas caras. No entro en el debate de lo que es caro o barato. Me refiero a la garantía que cada uno debemos de tener sobre nuestra propiedad. Hay coches baratos y caros. Ropa cara y barata y en los libros también existen editoriales con diferentes políticas de precios.

Algunos, también, argumentan que la piratería es beneficiosa, por ejemplo, para el sector musical, pues de esta forma, aseguran, acude más gente a los conciertos. Y también lo extrapolan a la literatura, esgrimiendo que así se conoce mejor a los escritores y les sirve de promoción. Maldita la gracia que nos hace a los escritores la piratería, como si tuviésemos la oportunidad de dar conciertos, se pagara por la lectura de nuestros textos, o diéramos conferencias sobre la narrativa de nuestros títulos.

Los libros valen lo que valen. Y si hay personas a los que les parecen caros, que vayan a la biblioteca a leerlos, que ya aportamos ejemplares gratuitos de cada edición (de forma impuesta) por darnos un número de Depósito Legal. Y si no que lean otros títulos, que existen millones de Dominio Público. Incluso si nos lo piden personalmente somos capaces de regalarlos, pero que no nos roben con excusas baratas. En esta vida todo tiene un coste.


Hasta el próximo Editorial del domingo.

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