19 junio, 2009

Avería eléctrica


Todo se volvió negro. Y todos exclamaron: “Se fue la luz”. Fue la respuesta reacción de los presentes, para algo tan evidente y que no presentaba duda, una avería eléctrica. Pero somos así de simples y estúpidos. A tientas buscamos una vela y una vez encendida floreció otra atmósfera. No voy a describirla como romántica, pero me gustaba. Los presentes nos apiñamos en busca de una posición confortable en los sofás y nos juntamos, nos queríamos cerca, lo que nunca. Comenzó el reinado de la vela, su adoración visual. Lo hipnótico de su llama, la contemplación de su consumo lento. Se edificó el diálogo, compartimos trivialidades y me levanté a preparar un chocolate con una cocinilla de butano, llegando a la conclusión de la dependencia que tenemos de la electricidad.

Todos bajamos al mismo nivel. Mi cuñada no podía exhibir su ropa de marca, la oscuridad la difuminaba, intentando sustituir su brillo artificial, por risas y palabras estúpidas. Mi hermano no podía hacer demostraciones de sus habilidades informáticas y mi hija quedó huérfana de móvil tras agotar la batería, con esas conversaciones tan importantes y fundamentales que tienen los adolescentes, que describen hasta cuando se revientan un espino. Que calentito estaba el chocolate, el mejor que he tomado, sin la compañía de las furcias de la televisión, que cobran exclusivas por derramar sin ninguna vergüenza su vida. Esta noche no podían entrar en casa por el televisor,
estaban fuera de juego. Consideré como milagroso, el estar sin Internet un par de horas y que siguiéramos vivos, incluso no me preocupaba que el servidor de mi empresa también hubiese caído, con lo cual los ingresos. Todos estábamos en el mismo nivel, en la misma situación, no me podía reprochar nada, no estaba en mi mano una solución. Era causa mayor. A la contemplación de la vela se sumó la vecinita, que tocó inquieta en casa buscando explicación a la avería y calor humano. Mi mujer de mala gana la invitó a pasar. La vecina no estaba tan deslumbrante como de costumbre, las prisas y la improvisación la habían colocado en igualdad de condiciones que al resto de mujeres de casa. Dejaron de funcionar sus insinuaciones y miradas, se perdían en la penumbra de la vela. Las arrugas de mi mujer también habían desaparecido, el Rolex de mi cuñado no brillaba igual y mis canas nos eran tan preocupantes. Solo esperaba que la luz se hubiera ido en todos los lugares y que fuera una avería perpetua... que bien me encontraba.

Texto: Francisco Concepción Alvarez

7 comentarios:

  1. El texto me ha recordado a una situación similar en casa,¿a quién no le ha pasado? y ahora que me doy cuenta que esa luz tan humana, que democratiza a la gente, como bien dices,una luz que da calor... existe porque hay penumbra donde se oculta lo obvio, los fantasmas, los secretos y los miedos, materias primas del cuento y del ingenio. Ahora me doy cuenta que Rousseau y compañía eran unos aguafiestas, empezaron con su siglo de las luces y claro llegó el americano como siempre y ¡toma bombilla incandescente!. En esta sociedad sin sombras ni penumbras, símbolo de la razón, la verdad y el progreso estamos perdiendo todas nuestra humanidad. Es el momento de crear una reserva natural de penumbras en medio de las ciudades y celebrar días, o mejor noches, sin electricidad. Pensándolo bien esta noche habrá un cortocircuito en mi casa.

    Un abrazo

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  2. Las llamas, bien sean las de la chimenea o las de una vela, tienen algo mágico.
    Me ha gustado mucho el texto. Deberíamos redescubrir la vida, no se si a oscuras, pero al menos desenchufada: sin IPOD, movil, internet, tele, etc.

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  3. ¡Muy interesante reflexión! Un saludo

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  4. Francisco Concepción20/6/09, 11:57

    Marcos, gracias por tu tesis sobre mi texto. A parte de escribir bien, igual tienes un futuro como crítico. También como poeta provocador.

    Lammermoor: veo muy difícil que redescubramos la vida, todo lo contrario, creo que mostramos lo superfluo y escondemos lo verdaderamente importante.

    Persis gracias por leerme.

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  5. Todas vuestras reflexiones están muy bien, pero sin electricidad no podríamos haberlas compartido.
    Yo apagaré la luz un rato, disfrutaré al amor de las velas pero cruzaré los dedos para que la electicidad siga acompañándome cuando vuelva a darle al interruptor

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  6. Francisco Concepción20/6/09, 22:15

    Ana, te aseguro que estas reflexiones las podíamos haber compartido sin luz, con más calor y frente a una taza de chocolate o cambiando el tercio, con un wiskie.

    En este texto he intentado que subyazca como cualquier elemento, quintándolo ó añadiéndolo (en este caso la luz) nos equipara. Pudiera ser también convivir en una playa de nudistas, o vestir todos con el mismo uniforme.

    En cualquier caso gran invento la electricidad.

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  7. Bueno, tú y ýo sí que podríamos haberlas compartido a margen de la tecnología, ya que nos conocemos "de antes" pero con los demás...
    En cualquier caso, veo que soy demasiado prosaica y estos días estoy poco por trascender.
    No te preocupes, que la cuestión del igualamiento se entiende. Y, puestos a elegir, prefiero la playa nudista.

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