Tras él se exhibían sus nueve hijos varones. A diferencia del Gran Mencey, éstos eran altos, muy corpulentos y con grandes barbas. Sus duras facciones y miradas severas delataban su origen real, confirmado por sus respectivos bastones de mando o añepas. De todos ellos llamaba la atención el de mayor edad, por su larga cabellera y barba encanecida. Realmente parecía de más edad que su propio padre. Al celoso y desconfiado mencey le sorprendía y le costaba creer la verdadera paternidad de su primogénito. Aún recordaba, con extrañesa, haber jugado, cuando era niño con sus propios nietos. Quizás, por eso, siempre desterraba a sus sospechosos hijos a los bandos más alejados y le incomodaba su presencia.
Aguahuco, su hijo bastardo, siempre se sentaba en las gradas de enfrente, en lo más alto, junto a los jóvenes alzados o ultras. Estos iban casi desnudos con sus cuerpos pintados de azul y blanco mientras gritaban, bailaban y reían sosteniendo sobres sus manos sus grandes cachimbas de extraños olores.
En las grandes ocasiones como ésta, el Gran Mencey siempre se hacía acompañar del Guanarteme de turno. El Señor de los Vientos era conocido como el Gran Traidor, por ser el autor del Tratado de Catalayud, por el cuál Canarias se sometía a la Corona castellana-aragonesa a cambio de ciertos fueros o derechos. Su elevada estatura impresionaba casi tanto como el impresionante estandarte o pendón, que colgaba sobre el mástil de diez metros de altura, y que siempre hacía llevar con él. Con la elegancia que lo caracterizaba no usaba llevar tamarco sino lujosos trajes flamencos, florentinos o de otras plazas europeas. Su afamada superstición explicaba siempre su ubicación sobre siete escalones más alto que los demás. Decían que su meteórico ascenso en el poder provenía de ciertos poderes mágicos, que le permitía conseguir todo aquello que se proponía. De hecho, algunos aseguraban haberlo visto pescar salmones en el mismísimo barranco de Tauro.
Aguahuco, su hijo bastardo, siempre se sentaba en las gradas de enfrente, en lo más alto, junto a los jóvenes alzados o ultras. Estos iban casi desnudos con sus cuerpos pintados de azul y blanco mientras gritaban, bailaban y reían sosteniendo sobres sus manos sus grandes cachimbas de extraños olores.
En las grandes ocasiones como ésta, el Gran Mencey siempre se hacía acompañar del Guanarteme de turno. El Señor de los Vientos era conocido como el Gran Traidor, por ser el autor del Tratado de Catalayud, por el cuál Canarias se sometía a la Corona castellana-aragonesa a cambio de ciertos fueros o derechos. Su elevada estatura impresionaba casi tanto como el impresionante estandarte o pendón, que colgaba sobre el mástil de diez metros de altura, y que siempre hacía llevar con él. Con la elegancia que lo caracterizaba no usaba llevar tamarco sino lujosos trajes flamencos, florentinos o de otras plazas europeas. Su afamada superstición explicaba siempre su ubicación sobre siete escalones más alto que los demás. Decían que su meteórico ascenso en el poder provenía de ciertos poderes mágicos, que le permitía conseguir todo aquello que se proponía. De hecho, algunos aseguraban haberlo visto pescar salmones en el mismísimo barranco de Tauro.
El siete, número mágico donde los haya.
ResponderEliminarQué bueno el contraste entre la tradición (tamarco)y la modernidad (traje flamenco), entre l superstición (los siete escalones) y la racionalidad (vender a los tuyos por un tratado político beneficioso a tus intereses).
Muy bien, lo estoy disfrutando
Sin embargo, bajo mi opinión (llevada más bien por la imaginación que por la ínfima información que haya podido consultar)no veo al mencey que firmó el tratado de calatayud (no al de tu personaje) como a un traidor. Lo veo más bien como a un hombre inteligente que entendió, habiendo estado en la cortes españolas, que la conquista iba a ser inminente y, por lo tanto, la mejor decisión sería negociar con los monarcas, más que luchar a sangre con los mercenarios -colonizadores de aquel entonces, y perder todo bajo la crudeza de aquellas guerras.
ResponderEliminarEn la novela no me propongo hacer ningún juicio de valor sobre hechos históricos, de hecho se supone que la misma se escribe 40.000 años más tarde y el autor no es capaz de distinguir los hechos y personajes prehispánico de los actuales,confundiéndose todo. El Mencey y el Guanarteme, son dos personajes distintos, recuerda un poco al padre de Jazmín (bajito, torpe y atado a los remordimientos)que contrasta con el otro, tipo Jaffar (alto,ambicioso y cínico). Con todo ello me propongo parodiar nuestra historia y nuestro mundo actual con la única intención de entretener y si es posible divertir, todo envuelto en un gran secreto que no se desvela hasta el final.
ResponderEliminarUn abrazo
Marcos Alonso
Marcos, ¿tu eres Canario? O resulta que tienes interés por los antiguos pobladores de Canarias. ¿Dónde resides? ¿Me puedes hacer un resumen?
ResponderEliminarA ver, que puedo decir de mí... Soy canario y si a ello le podemos poner un gran, encontrarás la isla donde vivo. Soy profesor de Geografía e Historia, lo que explicaría ese gusto por la novela histórica, pero no necesariamente. Mi gusto por la literatura y por escribir es muy reciente y se debe a un accidente: me propusieron escribir un relato para un concurso donde participaban otros profesores, pero había un problema, aún no sabía claramente que era un relato, así que enredándome, voy por media novela. Ya conociendo lo que era un relato he escrito algunos y cuando quiero martirizar a la gente también escribo "poesía", por llamarla de alguna manera, como tú bien sabes.
ResponderEliminar¿y tú FranCo?
Marcos, referente a tu pregunta: Tambien vivo en Canarias y nací en Canarias, en la isla de mayor superficie. Me dedico profesionalmente a cosas sin importancia. A escribir, con continuidad, poco más de dos años. Afición que comparto con los compañeros de este Blog, que nos hemos convertido en amigos. La Esfera Cultural nace como semilla de un programa de radio y ramifica en este blog. Gracias por tu aportación. Te preguntaba por el conocimiento de conceptos guaches que tienen tus escritos, pensando que eras Venezolano.
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