-¡Cállate!, ¿me oyes? ¡Cállate! ¿Podrás estar callada diez minutos; cerrar ésa maldita boca?
Pelear con una mujer siempre me recuerda a mi madre. A puertas rotas y paredes con marcas de nudillos. Ella me enseñó a odiarlas y yo aprendí bien. Nunca le pegué, y es por eso que ahora me sobran unos cuantos puñetazos.
Necesito tirar un par de golpes. Escribir lo que sea. Llenar una hoja de tachones y coger aire profundo. Caminar un buen rato y cruzar los dedos para que pase algo. Para que al llegar a casa ella esté dormida y mi sudor frío. Para que mañana pueda ser otro día y ésta, quizás, otra noche.
Duro y descriptivo...
ResponderEliminarUn buen texto!
Saludos y felicitaciones al autor!
Un texto duro, dice, es un espejo de por qués.
ResponderEliminarY qué duros son estos por qués.
ResponderEliminarA mí me produce escalofríos su esfuerzo por contenerse y su seguridad a la hora de echar la culpa a su madre.
Cuánto daño puede hacer una mala madre.
Anabel, la Cuentista