28 agosto, 2009

Cruzo los dedos

Cruzo los dedos para que pase algo. Miro a mí alrededor buscando pieza. Quiero bronca pero no encuentro. Sólo calles tranquilas. Silencio en bancos de madera verde. Perros que pasean tirando de mujeres mayores. Cucarachas con calor. Palmeras con frío. Fuentes sin agua.
-¡Cállate!, ¿me oyes? ¡Cállate! ¿Podrás estar callada diez minutos; cerrar ésa maldita boca?

Pelear con una mujer siempre me recuerda a mi madre. A puertas rotas y paredes con marcas de nudillos. Ella me enseñó a odiarlas y yo aprendí bien. Nunca le pegué, y es por eso que ahora me sobran unos cuantos puñetazos.

Necesito tirar un par de golpes. Escribir lo que sea. Llenar una hoja de tachones y coger aire profundo. Caminar un buen rato y cruzar los dedos para que pase algo. Para que al llegar a casa ella esté dormida y mi sudor frío. Para que mañana pueda ser otro día y ésta, quizás, otra noche.

3 comentarios:

  1. Duro y descriptivo...

    Un buen texto!

    Saludos y felicitaciones al autor!

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  2. Un texto duro, dice, es un espejo de por qués.

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  3. Y qué duros son estos por qués.

    A mí me produce escalofríos su esfuerzo por contenerse y su seguridad a la hora de echar la culpa a su madre.

    Cuánto daño puede hacer una mala madre.

    Anabel, la Cuentista

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