Quise escapar a las dos. Y salí y me fui perdonando a la máquina los cuernos de todo este tiempo atrás, amándola aún.
Otoño no lo será de verdad hasta que vea anochecer cada noche un poco antes desde esta ventana amplia de despacho amplio y silla de cuero negro.
Como las chupas de piel marrón gris que vestíamos y los locales oscuros.
La Barmacia.
Llegará cuando quiera ocultarse y lo espiaré con luz artificial.
En el instante en que amanezca encenderé los flexos y no podrá contra las facturas.
Los monopolios me gustan más que las leyes económicas neoclásicas y democráticas.
Me acaban de entregar en recepción una invitación para acudir a un cóctel-cena el día once.
Respondo diplomáticamente alegando que septiembre entonces será ya once.
Y no puedo permitirme un día sin amor o soledad mordaces.
Porque el asesinato del resto del año lo justifica septiembre.
Un texto sobre las perspectivas del tiempo, de nuestras vidas, y a su vez de extraordinaria sensibilidad casi poética, por decirlo así... Me encanta. Gracias por contar con La Esfera.
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